El único yihadista que sobrevivió a los atentados terroristas de París en noviembre de 2015, Salah Abdeslam, guardó hoy silencio ante el Tribunal Correccional belga donde se le juzga por un tiroteo con la Policía en Bruselas ocurrido tres días antes de su captura en marzo de 2016.

Entre medidas de seguridad excepcionales, el presunto terrorista francés de origen marroquí y criado en Bruselas fue trasladado al tribunal desde la cárcel francesa de Fleury-Mérogis, al sur de París, en la misma mañana de la apertura del proceso en Bélgica.

Se juzga a Abdeslam, de 28 años, por un tiroteo ocurrido mientras escapaba de la Policía en Bruselas junto con el tunecino Sofien Ayari, de 24, y también presente en el Palacio de Justicia, y al argelino Mohamed Belkaid, de 35, y abatido en la refriega.

La actitud del Abdeslam centró gran parte del interés de la comparecencia del delincuente de vida disoluta que terminó en las filas del grupo terrorista del Estado Islámico (EI) junto a su hermano Ibrahim, uno de los suicidas de París.

"No deseo responder a ninguna pregunta (...). Se me acusa, aquí estoy. Mi silencio no me hace culpable ni criminal, es mi defensa", dijo al tribunal Abdeslam, al que le espera en Francia un macrojuicio por su presunta participación en los atentados de París y sus alrededores en los que fueron asesinadas 130 personas.

El supuesto yihadista, cuyo cinturón explosivo falló la noche del 13 de noviembre en la capital francesa, llegó al Palacio de Justicia de Bruselas con pelo largo y barba.

El acusado no se levantó ante el tribunal, dijo que "los musulmanes son juzgados y tratados de la peor manera, sin piedad" y pidió a la corte que base su fallo en las "evidencias científicas" y no en la "opinión pública".

"No tengo miedo de usted, ni de sus aliados. Tengo confianza en Alá", dijo Abdeslam en su primera comparecencia en público desde que fue detenido tres días después del tiroteo con policías belgas y franceses, tres de los cuales resultaron heridos, en hechos ocurridos el 15 de marzo de 2016 en un apartamento de la comuna bruselense de Forest.

Cuatro días después de su captura, otros tres integrantes de la misma célula terrorista atentaron contra el metro y el aeropuerto de Bruselas, asesinando a 32 personas.

Antes que Abdeslam, quien no permitió que se le grabase durante el juicio, el tribunal interrogó a su cómplice Ayari, quien respondió esencialmente en francés, con la ayuda puntual de un intérprete de árabe.

El tunecino respondió parcialmente a las preguntas y relató brevemente su paso por Siria y su llegada a Bélgica tras viajar por Grecia y Alemania.

Dijo no acordarse o no saber quién pagaba el alquiler de los lugares donde se alojó en Bruselas, ni por qué en esos inmuebles había armas y detonadores, ni cómo consiguió documentación falsa, ni tampoco qué hacía en Bélgica en 2016, más allá de decir que su intención era regresar a Siria.

"Después de uno o dos años es normal que no me acuerde de todo", declaró Ayari, quien dijo no estar de acuerdo "al cien por cien" con el EI, pero no mostró arrepentimiento ni renegó del grupo terrorista.

Sobre el tiroteo en cuestión, Ayari aseguró que ni disparó ni vio que Abdeslam lo hiciera.

El único, que apretó el gatillo contra la Policía fue el cómplice abatido y los restos de su ADN encontrados en la empuñadura se explican porque había manipulado el arma antes del tiroteo, dijo Ayari.

La Fiscalía sostiene que fue Ayari el que disparó, aunque "en el plano jurídico no tiene ninguna importancia" porque consideró a ambos "coautores" de intento de homicidio terrorista y solicitó para cada uno de los acusados la pena máxima de 20 años de cárcel, 13 de ellos de cumplimiento obligado.

Mañana y el miércoles no habrá sesiones del juicio, que se reanudará el jueves.

Este juicio, inicialmente programado para el pasado diciembre y retrasado hasta febrero, porque Abdeslam aceptó a última hora la defensa de un abogado, es posible que finalice el próximo viernes, aunque los tiempos podrían acortarse.

Durante el proceso, Abdeslam no pernoctará en Bélgica, sino que estará recluido temporalmente en una celda de 9 metros cuadrados con videovigilancia las 24 horas del día en la cárcel francesa de Vendin-le-Vieil, cercana a la fronteriza ciudad de Lille.