La larga espera para la formación de un nuevo Gobierno alemán ha hecho mella en el aprecio ciudadano hacia la canciller Angela Merkel y el líder socialdemócrata Martin Schulz, ambos aquejados de una crisis de credibilidad en esta pausa navideña.

Merkel, tras los comicios de septiembre, ha reiterado varias veces que ella se presentó a las elecciones para la legislatura completa y que su intención es terminarla.

Sin embargo, según una encuesta del instituto demoscópico YouGov, un 47 % de los alemanes es partidario de que la canciller deje su cargo antes de que termine la legislatura en 2021 mientras que un 36 % cree que debe completar los cuatro años.

La canciller cuenta todavía con dos factores que la sostienen en medio de las negociaciones para reeditar la gran coalición con el Partido Socialdemócrata (SPD).

Por una parte, según la misma encuesta, un 75 % de los votantes de su partido, la Unión Cristianodemócrata (CDU) y de su ala bávara la Unión Socialcristiana (CSU) quiere que la canciller complete los cuatro años y sólo un 17 % prefiere un relevo en el curso de la legislatura.

Además, de momento no hay ninguna alternativa a Merkel ni dentro ni fuera de su partido.

En la última encuesta del instituto demoscópico FORSA un 47 % votaría por Merkel, si el canciller fuera elegido por voto directo, y sólo un 22 % por el líder del SPD, Martin Schulz.

Según el mismo sondeo, si hubiera elecciones generales el próximo domingo la CDU/CSU obtendría el 34 %, el SPD el 19 %, Los Verdes y AfD un 12 % cada uno, La Izquierda un 10 % y el FDP un 8 %.

Dentro de la CDU/CSU tampoco hay de momento nadie que pueda relevar a Merkel a corto plazo.

La situación de Schulz es más dramática tras la derrota electoral de septiembre cuando obtuvo el peor resultado de la historia del SPD.

La apuesta original de Schulz era que el SPD pasara a la oposición, donde tendría cuatro años para regenerarse.

Esa fórmula, sin embargo, se complicó con el fracaso de las negociaciones para formar una alianza tripartita entre la CDU/CSU, Los Verdes y el FDP y los socialdemócratas se han visto abocados al constante llamamiento de que asuman su responsabilidad para formar un Gobierno estable.

El llamamiento más decisivo ha sido el del presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, por cuya iniciativa se realizó la primera reunión entre Merkel y Schulz de la que salió la decisión de iniciar conversaciones previas para buscar una salida a la encrucijada política.

Mientras que para Merkel el objetivo es renovar la gran coalición, Schulz baraja dos escenarios posibles sin pronunciarse claramente por ninguno de los dos, lo que no ha ayudado a su imagen.

Una variante es la continuación de la gran coalición, a lo que se oponen muchos sectores del partido. El otro modelo es llegar a compromisos puntuales para apoyar un Gobierno de minoría de la CDU/CSU presidido por Merkel.

La vacilación entre los dos modelos, sumada al desastroso resultado electoral de septiembre, es algo que amenaza con generar una ruptura dentro del partido que se debate entre dos temores.

Por un lado, la continuación de la gran coalición sería algo que dificultaría una renovación programática. Las dos grandes coaliciones, entre 2005 y 2009 y entre 2013 y 2017, han terminado perjudicando al SPD electoralmente, pese a haber podido imponer parte de su programa electoral.

El otro temor es de nuevas elecciones que, en vista de las encuestas, pueden llevar a un nuevo desastre.