El Gobierno de Cuba protestó hoy por la "inaceptable" decisión de Estados Unidos de expulsar a 15 diplomáticos cubanos y auguró un futuro incierto a la ya tensa relación bilateral, en un nuevo capítulo de la extraña trama de los "ataques acústicos" a funcionarios estadounidenses en la isla.

Con tono indignado, el ministro cubano de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez, calificó en una rueda de prensa en La Habana de "infundada, precipitada, inapropiada e irreflexiva" la decisión del Departamento de Estado, que llega cuatro días después de que Estados Unidos anunciara una drástica reducción de sus diplomáticos en Cuba.

Aunque Washington ha reiterado que no culpa directamente a Cuba de los supuestos ataques sufridos por más de una veintena de funcionarios y familiares de estos en la isla, sí responsabiliza a La Habana de no haber protegido adecuadamente al personal diplomático destinado en el país caribeño.

Rodríguez recordó que el clima entre los dos países ya estaba "enrarecido" tras sendos discursos muy duros hacia Cuba pronunciados por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en los últimos meses y agregó que se verá "más enrarecido aún con estas decisiones políticas precipitadas".

"La decisión de hoy es un acto de naturaleza absolutamente política que solo beneficia a quienes quisieran descarrilar la posibilidad de que las relaciones continúen avanzando", espetó.

Y advirtió a EEUU de que seguir politizando este asunto "puede provocar una escalada indeseada y hacer retroceder más las relaciones bilaterales".

También volvió a defender la "suma seriedad, profesionalismo e inmediatez" con los que la isla ha abordado los incidentes.

La investigación, mientras, sigue abierta pero en vía muerta: ni Cuba ni las agencias estadounidenses como el FBI que se desplazaron a la isla en tres ocasiones a recabar datos sobre el terreno han sido capaces de aclarar cómo se produjeron los ataques ni quién los perpetró.

Esos incidentes se desarrollaron durante 2016 -con el deshielo en pleno apogeo- y hasta agosto de este año, afectaron a la salud de al menos 22 estadounidenses y también los sufrieron diplomáticos de Canadá, aunque ese país no ha tomado, que se sepa, medidas contra Cuba.

En su declaración, el canciller cubano abundó en que Estados Unidos no ha cooperado lo suficiente con el Gobierno de la isla para esclarecer los incidentes y usó términos como "ciencia ficción", "futurismo" y "retórica incomprensible para tratar de ocultar la falta de evidencias concluyentes".

El principal obstáculo -aseguró- es que los investigadores cubanos no han tenido acceso a las víctimas de los ataques, ni a los médicos que los trataron, y ni siquiera han podido entrar en las viviendas en las que supuestamente ocurrieron los hechos.

También mencionó la "entrega tardía" de pruebas y su "carencia de valor", así como "la imposibilidad de realizar intercambios con expertos de EE.UU con conocimiento sobre hechos de esta naturaleza y de la tecnología que pueda haberse empleado, a pesar de haberlo planteado reiteradamente como una necesidad para avanzar en la investigación".

La expulsión de los 15 diplomáticos cubanos deja a la Embajada de Cuba en Washington con ocho funcionarios bajo ese estatus, de los que solo uno estará dedicado a la sección consular, una mala noticia para los cubanoamericanos que deben hacer trámites para visitar a sus allegados en la isla.

Con esta medida, Estados Unidos pretende "nivelar" el tamaño de ambas embajadas, toda vez que al sacar a gran parte de su personal de La Habana, la embajada estadounidense queda funcionando con el personal mínimo indispensable.

Una de las principales consecuencias de esa situación es la paralización indefinida de los visados para que cubanos viajen a Estados Unidos.

"El impacto en los temas de reunificación familiar y otorgamiento de visas, de cortar bruscamente y de manera casi total los servicios consulares en La Habana y Washington, ¿cómo puede ser evaluado después de haberlo hecho?", cuestionó.

Para el canciller cubano, la salida de los diplomáticos cubanos de Washington no tiene sentido porque se aplica el principio de reciprocidad sobre una cuestión en la que ha sido Estados Unidos el país que ha tomado una decisión unilateral al evacuar a su personal de Cuba alegando motivos de seguridad.

"Cuba no ha tomado ninguna acción contra los Estados Unidos, no discrimina a sus empresas, invita a sus ciudadanos a visitarla, favorece el diálogo y la cooperación bilateral, no ocupa ninguna porción del territorio de los EE.UU y no ha adoptado absolutamente ninguna medida", apostilló.

Los dos países anunciaron en diciembre del 2014, con Barack Obama aún en la Casa Blanca, la reanudación de sus relaciones diplomáticas tras casi seis décadas de enemistad y materializaron el anuncio en julio del 2015 con la mutua reapertura de embajadas.