Los familiares de personas desaparecidas por el terremoto ocurrido en México el 19 de septiembre permanecen sumidos en una agónica incertidumbre mientras reciben información "a cuentagotas" y lidian con los rumores en circulación.

"No queremos incertidumbres, queremos certezas. No queremos dudas, queremos verdades", expresa Guillermo Albarrán, tío de una joven que sigue atrapada en las ruinas del edificio marcado con el número 286 de la calle Álvaro Obregón mientras su familia acampa a cielo abierto a la espera de respuestas.

A veces, entre los escombros, se escucha "ya sacaron uno vivo", pero luego resulta ser información falsa que golpea a las familias.

"Nosotros estamos pendientes de una información oficial", dice Albarrán.

"Cada día que pasa es angustiante por obvias razones", cuenta, y añade que la familia está convencida de que la joven Karina Gabriela Albarrán está viva, no por "información oficial" sino "por fe".

Alega que la información ofrecida por el Gobierno es "nula prácticamente".

Los familiares observan a las autoridades con impotencia, sin poder hacer nada y casi habiendo desistido de preguntar por el paradero de sus seres queridos.

Un voluntario, Rafael, conocido en la zona como "el español", sirve como portavoz no oficial y como respiro para las familias mientras les informa en momentos puntuales de cómo está la situación ahí dentro, en las ruinas, algo que los damnificados agradecen.

"La última información que tuvimos fue ayer en la noche. Efectivamente, hay personas vivas", cuenta Albarrán, quien agradece al "español" que les brinde información.

"Queremos creerle porque no hay de otra. ¿A quién más nos acercamos a preguntar?", se sincera el hombre, resignado ante la parquedad de las autoridades.

Cuando reciben información de su aliado, ésta se propaga entre varias familias que delimitan la zona cero y que se comunican entre ellas cuidando que la versión no se descomponga por el camino.

Pese al alivio que eso les supone, Albarrán se resigna al reconocer que "hasta ahora son rumores" y que la "información fidedigna llega a cuentagotas".

A la familia le llegan los rumores de que las autoridades están contactando con los familiares más cercanos de los afectados de manera confidencial. Sin embargo, Albarrán asegura que a ellos no se ha dirigido nadie todavía.

El hermano de Guillermo Albarrán, Armando, explica que llevan varios días en que las autoridades les informan mínimamente del estado de las cosas pero al llegar a sus casas la información de los medios de comunicación es otra.

"Muchas veces te dicen algunas cosas, llegas a la casa y ves las noticias y dicen otras cosas de las que ni siquiera estabas de alguna manera enterado", se lamenta.

Las redes sociales como Twitter o Facebook también eran consultadas por las familias recién ocurrido el terremoto, algo que dejaron de hacer porque les generaba inestabilidad emocional.

Guillermo señala que miembros de la sociedad civil "han dicho muchas cosas que han sido mentira" pero no les culpa pues considera que el país está viviendo una psicosis.

Armando por su parte exige que el Gobierno designe "un portavoz oficial que empiece a dar información" con nombres y cifras contrastadas.

"Hemos visto cómo ha sido el proceso de rescate pero ya llegó el momento de desesperación total", afirma.

El seísmo, de magnitud 7,1 en la escala de Richter, ya se ha cobrado la vida de 324 personas y las autoridades han asegurado que los rescates de personas atrapadas continuarán.