En boca de todos los argelinos desde que en 2013 sufriera un grave accidente cardiovascular que ha reducido su actividad pública, la pregunta ¿dónde está el presidente?, Abdelaziz Buteflika, resuena estos días con más intensidad e inquietud en Argelia.

Dos acontecimientos han azuzado el debate: uno visible, ya que por segunda vez este año un jefe de Estado -en esta ocasión el presidente venezolano, Nicolás Maduro,- se ha quedado sin la foto oficial con el mandatario de 80 años.

El sudamericano visitó Argel a principios de mes y aunque expresó su deseo de reunirse con Buteflika, solo departió con otros miembros del gobierno, sin que se ofreciese más explicación que un escueto "no estaba en agenda".

A principios de año, fue la canciller alemana, Angela Merkel, la que tuvo que cancelar a pie de escalerilla su viaje oficial a Argelia ante la imposibilidad de sentarse con Buteflika, aunque entonces sí se alegaron razones de salud.

El segundo es más intangible, y se sostiene en los movimientos en el seno del Ejército y en el círculo de poder, y en el tono de las declaraciones, tanto de los políticos como de los medios estatales de comunicación.

"El presidente de la República mandó un mensaje de felicidad" o "el presidente felicita a su homólogo" es la coletilla habitual de los noticieros oficiales cuando quieren informar de la actividad presidencial.

Todo sin apenas imágenes públicas -más allá de las encorsetadas de los reporteros gráficos oficiales-, de un mandatario que no se dirige en persona a su pueblo desde que hace cuatro años sufriera el derrame.

En este contexto, seis reconocidos intelectuales espolearon la semana pasada el debate de una posible "sucesión en vida" al publicar una carta en la que le invitaban a dimitir porque "es incapaz" de ejercer sus funciones.

Los firmantes exigieron convocar "presidenciales anticipadas en los próximos meses" ya que "el estado de salud del presidente no deja de empeorar. No es capaz de recibir dignamente a sus homólogos extranjeros y no realiza viajes oficiales fuera del país", subrayaron.

Días antes de que la misiva apareciera en un periódico local, el partido opositor Yil Yadid (Nueva Generación) había puesto en marcha ya una campaña similar en la que insta a aplicar el artículo 102 de la Constitución.

El capítulo autoriza al Consejo Constitucional a requerir al Parlamento la incapacitación del presidente "si por causas de enfermedad grave y duradera", este no puede ejercer sus funciones con normalidad.

"El presidente tiene todas sus capacidades para gobernar, asumió su enfermedad con valor y dignidad, y salió ante los ciudadanos argelinos en silla de ruedas", negó a Efe Siddek Chiheb, portavoz de Reagrupamiento Nacional Democrático (RND), partido del primer ministro, Ahmed Ouyahia.

Mohecin Belabbas, presidente del Movimiento por la Cultura y la Democracia (RCD), recuerda, por su parte, que el problema es antiguo y está asido al debate público desde incluso antes de la crisis de 2013.

Una crisis de salud que no impidió a Buteflika ganar las elecciones de 2014 sin apenas aparecer en público ni participar en mitin alguno, de la mano del poderoso Ouyahia, que fue su jefe de campaña y de gabinete antes de ser elevado por cuarta vez al puesto de primer ministro el pasado agosto.

"Nuestro partido siempre ha sido responsable en las cosas serias. Fuimos los primeros a preconizar la aplicación del artículo, mucho antes de que el jefe de Estado tuviera que ser evacuado al (hospital) Val de Grace (Francia)", recordó a Efe.

"Ya dijimos entonces que se debía destituir al jefe del Estado porque estaba enfermo e incapacitado, y pedimos la disolución de la policía política que decide quien es el presidente o el ministro", agregó.

En este sentido, Belabbas insistió en que el problema es en realidad una cuestión de base, que se remonta a la independencia en 1962 y a la "ilegitimidad de un régimen que llegó al poder a través de la fuerza del Ejército y el fraude electoral".

"Incluso cuando su salud era buena, atravesamos una crisis. Pasó todo el tiempo distribuyendo la renta, comprando la paz social. Nunca estableció un mecanismo que permita a Argelia diversificar su economía. Ahora es ya una cuestión de tiempo, porque la naturaleza es la que juega", señaló.

Belabbas denunció, asimismo, el ruido de sables y la supuesta lucha entre las familias y clanes que integran el llamado "pouvoir", como llaman los argelinos al círculo de poder.

"No es así como queremos que se instale un nuevo jefe de Estado, (no es así) como vamos a arreglar el problema. Queremos un jefe de Estado legitimado por las urnas", recalcó.

Unas urnas que deben abrirse en 2019, si antes la aguda crisis económica que sufre el país y el creciente clamor popular "¿donde está el presidente?" no obligan a la salida del mandatario árabe más longevo en el poder.