Corea del Norte se enfrenta a un creciente y drástico aislamiento internacional por su desafío nuclear, un asunto que centrará buena parte de la sesión de debate de la Asamblea General de la ONU, que empieza hoy en Nueva York.

El canciller norcoreano, Ri Yong-ho, partió hoy mismo de Pyongyang para participar en el plenario, una decisión muy poco frecuente que viene a subrayar la trascendencia de la tensa crisis que protagonizan Washington y el régimen.

La asistencia del jefe de la diplomacia norcoreana también pone de relieve la importancia que el régimen de Kim Jong-un otorga a la sesión de este año en un momento en el que país asiático se ve cada vez más solo.

Corea del Norte ha trabajado en los últimos 15 años para establecer relaciones con una docena de países occidentales como Alemania, Reino Unido, Canadá o España, un operación que ahora empieza a desmoronarse.

La expulsión del embajador norcoreano en España decretada ayer es perfecta muestra de este creciente ostracismo que encara Pyongyang en la arena internacional tras realizar su sexta prueba nuclear (la cuarta de la era Kim Jong-un) el pasado 3 de septiembre y haber disparado casi una veintena de misiles en lo que va de 2017.

El impulso del programa de armas por el que ha apostado claramente este año el régimen de Kim Jong-un (en 17 años de reinado de su padre, Kim Jong-il, se lanzaron 16 proyectiles y realizaron dos test atómicos) le ha supuesto solo este mes el cierre de otras tres embajadas además de la española; las de México, Perú y Kuwait.

"Aunque no sean relaciones diplomáticas fundamentales a la hora de solventar la crisis norcoreana, estas expulsiones resultan muy simbólicas para la comunidad internacional porque apuntan a una actitud cada vez más consecuente con los paquetes de sanciones", opina el profesor Kim Sung-Chull de la Universidad Nacional de Seúl.

El caso de España, según Kim, es especialmente relevante "porque de seguro va a traer a colación en el seno de la Unión Europea (UE) la necesidad de que el bloque sea cada vez más estricto con los castigos que se le imponen al régimen por sus pruebas de armas".

"No obstante", opina el académico, "todo esto se traduce en un aislamiento cada vez mayor" que dificulta un retorno a la senda del diálogo al tener en cuenta que Corea del Norte ya es de por sí uno de los países más incomunicados del mundo.

Tras estas expulsiones, el número de Estados en los que Pyongyang tiene legaciones diplomáticas se reduce a 43, mientras que solo 24 países y territorios tienen representación en la capital norcoreana.

El periodo de debate de la Asamblea General de Naciones Unidas va a suponer además una buena oportunidad para atisbar si existe un verdadero cambio de actitud en los dos principales valedores de Corea del Norte: Rusia y, especialmente, China.

Teniendo en cuenta el poder de veto que ostentan como miembros permanentes del Consejo de Seguridad, ambos han mostrado mejor ánimo a la hora de aprobar las dos últimas resoluciones sancionadores aprobadas contra Pyongyang.

Sin embargo, es en una implementación estricta de las mismas en donde se vería un verdadero cambio de talante por parte de Moscú y Pekín, estiman los expertos.

Kim no cree que ahora mismo China vaya a optar por "estrangular" con mayor dureza al régimen por la potencial inestabilidad que le puede suponer en su frontera y porque en todo caso "existen demasiadas zonas grises en las relaciones comerciales entre los dos países, las cuales resulta imposible controlar".

Por eso, opina, Washington debe empezar a considerar seriamente otros recursos al margen de las sanciones para lograr que Pyongyang se aparte de la vía nuclear, entre ellos, el de abrir de nuevo un "canal sólido de comunicación diplomática" con el aislado país comunista.