Miles de miembros de la minoría musulmana rohinyá siguen llegando hoy a la frontera de Bangladesh huyendo del noroeste de Birmania (Myanmar), en una oleada de niños, adultos y ancianos que no hace más que crecer de día en día y ya llega alcanza las 87.000 personas.

Docenas de rohinyás recién llegados a Bangladesh aguardaban hoy en los márgenes de la autopista que une Cox''s Bazar con Teknaf a poder encontrar sitio en alguno de los asentamientos improvisados que desde hace diez días se han ido levantando en esta zona del sureste de Bangladesh.

Según fuentes de la oficina de la ONU en este país, desde el pasado día 25 de agosto al menos 87.000 personas han llegado a Bangladesh huyendo de la violencia en el estado de Rakhine, en el noroeste de Birmania, escenario de una nueva campaña militar que se está produciendo lejos de las cámaras y del escrutinio público independiente.

Los recién llegados hablan de tiroteos indiscriminados de civiles y del incendio de las viviendas y aldeas de los rohinyás, un pueblo al que Birmania no le reconoce la nacionalidad y que Bangladesh considera foráneo.

Una fuente de la ONU en Bangladesh indicó hoy que 81.000 de los refugiados han optado por guarecerse en asentamientos improvisados, mientras que el resto ha conseguido que sus familiares les encuentren espacio en los ya muy saturados campos de refugiados permanentes de la zona de Cox''s Bazar, en el sureste del país.

Con un paraguas en la mano con el que protege a su hija de dos años y un bebé de doce meses, Nur Saba, de 20 años, aguarda en la carretera tras perder contacto con su marido hace una semana.

"Mi esposo me dijo que fuera delante sin esperarle, prefería que estuviéramos seguros. No he podido encontrarle en seis días", dijo, al explicar que durante los últimos días apenas ha podido comer y dormir caminando junto a un grupo en el que no conocía a nadie.

"Como no he podido comer, no puedo alimentar a mis niños. Incluso ya han dejado de llorar", dijo Saba.

El éxodo de rohinyás comenzó el pasado día 25 después de que el insurgente Ejército de Salvación Rohinyá de Arakan (ARSA) atacara puestos policiales y militares en el estado nororiental birmano de Rakhine.

Ese ataque y la respuesta del Ejército ha dejado un número de muertos que supera los 400, la mayor parte guerrilleros, según los militares, mientras organismos internacionales y la propia ONU hablan de una respuesta desproporcionada contra la población civil.

Zahid Alam, un granjero de 50 años de la localidad Maungdaw, recuerda que la noche del ataque oyó disparos alrededor de las 3.00 de la mañana. Cuando salieron al amanecer de la casa encontraron los cuerpos sin vida de dos policías en un búnker.

"Sentimos el peligro inmediatamente y salimos arrastrándonos hacia la frontera", señaló a Efe, al explicar que consiguieron llegar a Bangladesh el jueves.

Otros como Mohammad Ismail solo ha podido pasar hoy a Bangladesh tras cinco días del otro lado de la frontera.

"Nuestra aldea está a algunos kilómetros de la frontera, tuvimos que caminar varios días para llegar. Todos los días estábamos con miedo porque el Ejército nos perseguía", dijo.

En la frontera de Gum Dhum hay soldados apostados cada 50 metros, pero no hacen nada para impedir el ingreso de los rohinyás que huyen de Birmania.

"Inicialmente les paramos en tierra de nadie, pero en los últimos días comenzaron a llegar en masa. No pudimos hacer mucho porque también sentimos que es una crisis humanitaria", dijo Jahangir Aziz, un representante del Gobierno local de Gum Dhum en el distrito Bandarban.

Aziz señaló que la situación está siendo complicada no sólo por la llegada de refugiados sino porque el Ejército birmano está disparando en la zona.

"Solo ayer un proyectil dio en la casa de mi vecino. Estamos viviendo con miedo", afirmó, al agregar, no obstante, que hoy habilitaron 10 caños de agua e instalaron 20 letrinas en uno de los campos para tratar de ayudar a los recién llegados.