Más de nueve millones de angoleños están hoy llamados a las urnas para votar al próximo presidente del país, que pondrá fin a 38 años de Gobierno ininterrumpido del hasta ahora presidente, José Eduardo Dos Santos.

El claro favorito de los comicios es el sucesor de Dos Santos y cabeza de lista del Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), João Lourenço, de 63 años y actual ministro de Defensa.

Lourenço se enfrenta a su principal rival, Isaías Henrique Ngola Samakuva, cabeza del partido opositor Unión Nacional para la Total Independencia de Angola (UNITA).

Los comicios son vigilados por 240 observadores nacionales y 1200 internacionales que "confirmarán la credibilidad, la transparencia, la libertad y la justicia del acto electoral este miércoles", aseguró el presidente de la Comisión Nacional Electoral, André da Silva Neto.

Además otros cuatro partidos se presentan a las presidenciales: la Alianza Patriótica Nacional (APN), el Frente Nacional para la Liberación de Angola (FNLA), el Partido para la Renovación Social (PRS) y la coalición Convergencia Amplia para la Salvación de Angola (CASA-CE).

Las de hoy son las cuartas elecciones de la historia de Angola desde su independencia en 1975 (antes fueron en 1992, 2008 y 2012).

El próximo presidente se enfrenta al reto de rescatar al país de una profunda crisis económica y deberá además ser capaz de gestionar a una Angola notablemente lastrada por cerca de tres décadas de guerra civil y atrapada en una economía basada, casi exclusivamente, en el petróleo.

Angola es el segundo mayor productor de crudo de África con una media diaria de 1,8 millones de barriles, que representan casi el 70% de los ingresos del Estado y el 95% de sus exportaciones.

Sin embargo la caída de los precios del petróleo de 2013 mermó los ingresos estatales en un 60%, lo que acabó repercutiendo la ya degradada situación de los servicios básicos de una población que vive, en su mayoría, con menos de un dólar al día y que ocupa el puesto 150 de 188 en el Índice de Desarrollo Humano. EFE

Además el nuevo presidente afronta la difícil tarea de diversificar la fuente de ingresos públicos, reducir la dependencia de las importaciones, aumentar la producción doméstica, promover el empleo juvenil y luchar contra la corrupción, otro de sus mayores problemas.