Emmanuel Macron asumió este domingo la presidencia de Francia con la voluntad de relanzar la construcción de una Europa fuerte que ofrezca protección ante los riesgos de la globalización, y que presentó como el eje de su política para garantizar que Francia seguirá siendo una de las grandes potencias mundiales.

Macron, que se prestó con gusto a todo el ceremonial del traspaso de poderes con el presidente saliente, François Hollande, hizo de la Unión Europea en su discurso inaugural una de las claves de su mandato, como ya lo fue durante el pulso que mantuvo en la campaña electoral con la líder ultraderechista, Marine Le Pen.

Prometió que Europa "se refundará y se relanzará" porque "nos protege y nos permite proyectar en el mundo nuestros valores". Tendrá una primera ocasión para demostrarlo en el que va a ser su viaje inaugural al extranjero mañana por la tarde para entrevistarse en Berlín con la canciller alemana, Angela Merkel.

La buena marcha del motor franco-alemán será una condición de partida para su idea de conseguir "una Europa más eficaz, más democrática, más política", que constituye "un instrumento de la potencia y de la soberanía" de Francia.

Macron, que también tiene previsto cenar el miércoles con el presidente del consejo italiano, Paolo Gentiloni, insistió en que "el mundo y Europa necesitan más que nunca a Francia, una Francia fuerte que lleve alta la voz de la libertad y de la solidaridad, de una Francia que sepa inventar el futuro".

Avanzó que en política internacional su prioridad será "estar siempre del lado de la libertad, y de los derechos humanos" para "construir la paz de forma duradera".

Su discurso europeísta forma parte de su estrategia para devolver la confianza a una Francia que, según su propio diagnóstico, desde hace décadas duda de sí misma. Por eso una de sus metas es cambiar ese estado de ánimo y convencer a los franceses de que el país "tiene en su mano todas las bazas (...) de las grandes potencias del siglo XXI".

Avisó de que no cederá "en nada" de su programa, empezando por la reforma para flexibilizar el mercado laboral, que quiere adoptar este mismo verano por decreto. Pero en paralelo, puntualizó que "se fortalecerá la solidaridad nacional" para atender a los que "se sienten olvidados" y perdedores de la globalización.

Por la tarde, durante una recepción en el Ayuntamiento ofrecida por la alcaldesa, la socialista Anne Hidalgo, Macron indicó que "en el centro" de su mandato estará la voluntad de reconciliar las fracturas que hay en Francia, con el objetivo de que "la globalización beneficie a todos".

Consideró que el desafío que se plantea es impedir que "que nuestro país se deshaga" y para eso hay que "difundir el éxito, ampliar el campo de las posibilidades", porque es consciente de "las fracturas que atraviesan" el país desde el punto de vista territorial y social.

El traspaso de poderes con Hollande se llevó a cabo por la mañana en el Palacio del Elíseo con una reunión de una hora entre los dos presidentes, durante la que se supone que el saliente comunica informaciones confidenciales como los códigos de las armas nucleares y una serie de actos protocolarios.

El último de ellos fue el homenaje de Macron en el monumento al soldado desconocido bajo el Arco de Triunfo, al término del cual se dio un pequeño baño de multitudes que se repitió por la tarde en el Ayuntamiento de París, donde fue recibido por la alcaldesa, Anne Hidalgo.

Por la tarde, antes de acudir al Ayuntamiento de París, quiso desplazarse al hospital militar de Percy para visitar a soldados heridos en un gesto en dirección de las tropas que cumplen misiones en el exterior, pero también de protección antiterrorista en el territorio francés.

Una vez cerrado el ceremonial de la toma de posesión, Macron debe anunciar -probablemente mañana- su nuevo primer ministro para la formación del Gobierno el martes, de forma que el miércoles se pueda celebrar el primer Consejo de Ministros.

Ese nombramiento es un ejercicio particularmente delicado para alguien que ha revolucionado el paisaje político francés como él, que no tiene un partido político con presencia en las instituciones, y que para poder poner en práctica la política que ha prometido necesita conseguir una mayoría parlamentaria en las elecciones legislativas del próximo mes de junio.

Han circulado varios nombres como posible primer ministro, pero el que más ha sonado es el diputado de Los Republicanos y alcalde de la ciudad de Le Havre, Edouard Philippe, que se interpretaría como un intento para captar el electorado conservador.