p> Los presidentes de Estados Unidos y Rusia, Donald Trump y Vladimir Putin, respectivamente, han acordado el martes tras una conversación telefónica trabajar juntos para negociar un alto el fuego en la guerra de Siria.

Trump y Putin han conversado por primera vez desde que EEUU atacara con misiles de crucero una base siria en represalia al ataque con armas químicas contra la población civil atribuido al régimen del presidente sirio Bashar al Assad en la localidad de Jan Sheijun.

Por lo que ha trascendido de la conversación entre ambos mandatarios, funcionarios rusos y estadounidenses no parecen ponerse de acuerdo en el establecimiento de zonas de seguridad que protejan a la población civil después de más de seis años de una guerra civil desgarradora.

Desde el comunicado emitido por la Casa Blanca se menciona que ambos líderes habían discutido las zonas de seguridad "para lograr una paz duradera", por una cuestión "humanitaria y otras razones". Sin embargo, en el escrito emitido desde el Kremlin no se ha hecho mención alguna a las zonas de seguridad y el portavoz de Putin ha afirmado que el tema no se había discutido en detalle.

PARTICIÓN DEL PAÍS

El plan de establecer zonas de seguridad se ve con escepticismo desde el régimen de Damasco, ya que consideran que es el primer paso para una partición del país, según aseguran diplomáticos y analistas y que recoge el diario estadounidense ''The New York Times''.

La llamada efectuada en la noche del martes fue la tercera entre Trump y Putin desde que el magnate neoyorquino accediera a la Casa Blanca. Ambas partes ofrecieron evaluaciones positivas de la conversación. Desde Washington han dicho que ha sido "muy, muy buena", y el Kremlin han calificado la charla como "seria y constructiva".

Ninguna de las partes ha mencionado la disputa que mantienen por el ataque con armas químicas a la población civil en la provincia de Idlib y que ha mantenido enfrentados a Putin y a Trump desde que se cometiera el ataque y la posterior respuesta del magnate.

Según el comunicado emitido desde la Casa Blanca, "el presidente Trump y el presidente Putin acordaron que el sufrimiento en Siria se ha prolongado durante demasiado tiempo y que todas las partes deben hacer todo lo posible para poner fin a la violencia". También han tratado en profundidad la cooperación "para erradicar el terrorismo en todo Oriente Próximo".

En este sentido, la capital de Kazajistán, Astaná, acoge esta semana una nueva ronda de negociaciones en un intento de parar la guerra. Algo que parece complicado cuando no sólo entran en conflicto los rebeldes y el régimen de Assad, sino países como Turquía, Rusia Arabia Saudí, EEUU o Irán, con intereses contrarios y enfrentados en la disputa. Desde Washington han confirmado la presencia de un representante en el encuentro que se celebra el miércoles y jueves.

Sin embargo, mientras por un lado se trata de buscar una solución diplomática, la Guardia Revolucionaria de Irán, que ha apoyado desde el inicio al régimen de Damasco, ha anunciado que Teherán enviará más asesores militares a Siria recalcando que no pueden quedarse quietos "viendo a los enemigos de Siria tramar planes para destruir el país que es la punta de lanza de la resistencia". A juicio del gobierno iraní, "países como Estados Unidos, Arabia Saudí y Turquía han intentado destruir Siria".

EEUU, por su parte, ha advertido el martes a Turquía de la preocupación de Washington por los bombardeos de la aviación turca contra los objeticos kurdos en Siria e Irak. El general estadounidense Curtis Scaparrotti ha reprochado a Ankara que estos ataques no se hayan coordinado adecuadamente con Estados Unido.

Fuentes estadounidenses informaron la semana pasada que Turquía había comunicado uno de estos bombardeos con solo una hora de antelación, un tiempo insuficiente para garantizar la seguridad de las fuerzas de la coalición contra el Estado Islámico presentes en el terreno.

Turquía considera a las Unidades de Protección Popular kurdo-sirias (YPG) una filial del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), pero la milicia kurda se ha convertido en una pieza clave de la lucha de Estados Unidos contra el Estado Islámico en Siria, ya que las YPG forman la columna vertebral de las Fuerzas Democráticas Sirias, una coalición insurgente que controla gran parte del noreste de Siria y avanza ya hacia la "capital" del Estado Islámico en Siria, Raqqa. Turquía, aliado de Estados Unidos en la OTAN, combate sin embargo a las milicias kurdas, a las que considera terroristas. En las últimas horas, al menos cuatro personas han muertos tras la explosión de una bomba en la localidad de Azaz, al norte de Siria, controlada por fuerzas rebeldes, incluidos grupos apoyados por Turquía.

Además, se han producido al menos 38 víctimas mortales, de las que 23 serían civiles, tras un ataque reivindicado por Estado Islámico contra un puesto de las Fuerzas Democráticas Sirias en la provincia de Hasaka, al norte del país.

El Observatorio Sirio por los Derechos Humanos, con sede en Londres e informantes en el país árabe, ha detallado que el puesto atacado se encuentra en Rajm al Salibi, cerca de la frontera con Irak y donde hay un campo de refugiados.

El organismo ha indicado que cinco yihadistas se han inmolado cerca del puesto de control, tras lo que otros integrantes de la formación extremista han atacado el lugar, desencadenando un tiroteo. Asimismo, ha advertido de que el balance de víctimas mortales podría ascender en las próximas horas, ya que el ataque se ha saldado con decenas de heridos, algunos de los cuales se encuentran en estado grave.

Las FDS, una coalición de milicias kurdas y árabes, se han hecho con amplias zonas del norte de Siria que han arrebatado a Estado Islámico en los últimos 18 meses y están inmersas en una campaña para expulsar al grupo yihadista de su capital ''de facto'' en el país, Raqqa.

El lunes, las FDS se hicieron con la gran mayoría de la estratégica localidad de Tabqa, situada a 40 kilómetros al oeste de Raqqa, en el cauce del Éufrates.

Los combates han continuado este martes, en un intento de las FDS de capturar los últimos distritos que siguen en manos de los yihadistas, así como una presa cercana --la más grande de Siria--, antes de comenzar su asalto sobre Raqqa.

Las FDS, que comprenden unidades árabes y kurdas --entre ellas las Unidades de Protección Popular (YPG)--, anunciaron el 6 de noviembre el comienzo de las operaciones para la reconquista de Raqqa. La ofensiva, llamada ''Éufrates Enfurecido'', cuenta con la participación de la coalición internacional que encabeza Estados Unidos, encargada de dar cobertura aérea a las FDS.

"PODRÍA ACABAR EN UNA CRISIS INTERNACIONAL", DICE PRÍNCIPE SAUDÍ

Por su parte, Mohamed bin Salmán, segundo en la línea de sucesión al trono en Arabia Saudí, ha afirmado el martes que el expresidente estadounidense Barack Obama "desaprovechó oportunidades importantes" para poner fin al conflicto en Siria.

El príncipe saudí ha advertido de que "a día de hoy están involucrados otros actores importantes, incluido Rusia", agregando que "el aumento de las tensiones entre las principales potencias en Siria podría llevar a una crisis internacional".

Arabia Saudí ha respaldado durante el conflicto a varios grupos armados opositores que combaten para intentar derrocar al presidente del país, Bashar al Assad.

Riad ha reclamado en numerosas ocasiones al mandatario sirio que abandone el poder como un primer paso para solucionar el conflicto, que estalló en 2011 y que ha causado una gran devastación en el país, dejando además cientos de miles de muertos y millones de refugiados y desplazados internos.