La candidata de la extrema derecha a la Presidencia de Francia, Marine Le Pen, prosigue su búsqueda de votos entre el sector obrero que en la primera vuelta apoyó al izquierdista Jean-Luc Mélenchon, quien no se ha pronunciado a favor de ninguno de los dos postulantes clasificados para la segunda.

Ese silencio del líder de La Francia Insumisa, cuarto en el primer turno con 7 millones de votos -un 19,58%-, abre a la ultraderechista un flanco de ataque contra Emmanuel Macron, vencedor en la primera vuelta con el 24,01%, al que no pierde ocasión de tildar de "candidato de la oligarquía".

Para afianzar esa imagen, Le Pen está centrando su campaña en la Francia obrera, tratando de poner así una distancia con el exministro de Economía, que tiene una imagen más distante.

Ayer se desplazó a la misma fábrica de electrodomésticos en huelga que Macron, lo que supuso el primer golpe de efecto de la campaña de la segunda vuelta, y hoy se embarcó a bordo de un pequeño pesquero en el Mediterráneo.

Dos imágenes que persiguen asociarla a la Francia trabajadora, que protege la producción nacional frente a la "desregulación" que, según ella, preconiza su rival.

Adalid del patriotismo económico y azote de las "imposiciones" de la Unión Europea, Le Pen quiere identificar a su rival con la sumisión a los postulados de Bruselas que, asegura, están arruinando Francia.

Desde que el pasado domingo se confirmó su clasificación para la segunda vuelta, Le Pen ha adoptado un lenguaje frecuente en boca de Mélenchon.

La ultraderechista ha tachado a Macron de "candidato de la Francia sumisa", de la "oligarquía" y del "rey dinero", vocabulario propio de los mítines del líder izquierdista.

Tanto ella como sus allegados repiten los puntos de coincidencia entre los programas de ambos, que pasan por el escepticismo europeo, la derogación de la reforma laboral lanzada por el presidente, François Hollande, e inspirada por Macron, o el adelanto de la edad de jubilación a los 60 años.

Los sondeos muestran que, desde hace años, el Frente Nacional (FN) de Le Pen es el primer partido entre la clase obrera, un sector en el que la candidata quiere ahora seguir creciendo a costa de la ambigüedad del izquierdista.

La táctica persigue, por un lado, atraer votos de Mélenchon, pero también fomentar la abstención, puesto que una baja participación en la segunda vuelta del próximo día 7 le beneficiaría.

Le Pen logró 7,6 millones de votos -un 21,3%- el pasado domingo, un récord para su partido, pero para conquistar el Elíseo necesita como mínimo doblar esa cifra.

Los especialistas no descartan que la abstención suba de forma importante, ya que dos tercios de los franceses están en desacuerdo con la pareja clasificada para la segunda vuelta, según indica un sondeo difundido por la televisión BFMTV.

Diversas organizaciones estudiantiles convocaron hoy una manifestación en varias ciudades con el lema "Ni Le Pen, ni Macron", que en el caso de París acabó con enfrentamientos con las fuerzas del orden.

Mélenchon, por su parte, tiene previsto hablar mañana, viernes, una vez que termine la consulta convocada entre los 450.000 militantes de La Francia Insumisa sobre la postura oficial que debe adoptar el movimiento en la segunda vuelta.

Pero el líder izquierdista ya ha prevenido a través de sus portavoces que no dirá a quien va a votar.

Otros responsables del movimiento han anunciado que votarán por Macron para impedir el triunfo de Le Pen, pero justifican a su líder con el argumento de que el socioliberal les trató de extremistas durante la campaña, poniéndoles en el mismo plano de la ultraderechista.

Y mientras tanto, Macron prosigue con una campaña más moderada y menos activa, que hoy le llevó a Sarcelles, en la periferia deprimida de París.

Rodeado por gran número de jóvenes y niños, con quienes jugó a fútbol y compensó la fría acogida de la víspera en la visita a la fábrica de Amiens, defendió que su proyecto, lejos de la demagogia, ofrece propuestas concretas y no miente intentando convencer de que con él todo "va a ser formidable".

"No voy solo a los sitios fáciles. Voy a todos", añadió el aspirante socioliberal, que trata de contrarrestar la imagen que proyecta su rival, la de una pugna entre la candidata del pueblo frente al del sistema.

Con cierta ironía, Macron había respondido poco antes a través de Twitter al paseo en el pesquero de hoy de la ultraderechista: "La salida de Europa que ella propone es el fin de la pesca francesa. Piénsenlo".