Más aislado que nunca, el candidato conservador a la presidencia francesa, François Fillon, se refugia en las bases que le dieron la victoria en las primarias, mientras en su partido no se esconden las maniobras para reemplazarlo por Alain Juppé.

La guerra fratricida en el seno de Los Republicanos ya es abierta. Las diferentes familias políticas toman posición mientras los primeros espadas, como el expresidente Nicolas Sarkozy o el propio Juppé, guardan un elocuente silencio en público.

Si Fillon había fiado su suerte a presentarse como la única alternativa posible a tan poca distancia de las elecciones -"No hay plan B", ha repetido hasta la saciedad-, la cristalización de la "opción Juppé" lo deja sin su penúltima barricada.

La sangría de apoyos que sufre el ex primer ministro desde que el miércoles anunció que ha sido convocado para su probable imputación prosiguió hoy con nombres tan significativos como el de Thierry Solere, su portavoz de campaña, o la eurodiputada Nadine Morano.

A media tarde del viernes el número de cargos públicos que habían retirado su apoyo a la campaña rebasaba ya el centenar, según un contador establecido por el diario "Libération".

El trajín en los despachos fue frenético, con reuniones como la que mantuvo Sarkozy con dos "fillonistas" de la primera hora, el presidente del Senado, Gerard Larcher, y el secretario general del partido, Bernard Accoyer.

El objetivo en las últimas horas fue tratar de desactivar la bomba de relojería que el aspirante ha preparado para el domingo: una manifestación en defensa de su candidatura en la plaza de Trocadéro, en pleno centro de París.

El cada vez más reducido entorno de Fillon pretende reunir a 200.000 personas para clamar que el antiguo primer ministro es el único legitimado para representar a la derecha en los comicios del próximo 23 de abril.

Detrás de esa iniciativa está la organización ultracatólica "Sens commun" ("Sentido común"), que surgió de las movilizaciones contra el matrimonio homosexual y que jugó un rol determinante en la victoria de Fillon en las primarias.

Las consecuencias de una manifestación exitosa, que pondría en evidencia la brecha en las filas conservadoras, son impredecibles, pero el propio candidato instó en un vídeo a través de las redes sociales a "acudir en masa para demostrar la voluntad popular".

En el horizonte se dibuja la fecha clave del 15 de marzo, momento en que se cerrará el plazo para presentar las candidaturas a las presidenciales, y día también en que Fillon deberá comparecer ante los jueces de instrucción para su eventual imputación por haber atribuido empleos ficticios a su mujer y dos de sus hijos.

Sin embargo, para muchos la gran cuestión ahora no es si Fillon renunciará, sino cuándo.

Juppé no ha dejado de mandar mensajes indirectos a través de sus allegados de que está dispuesto a dar el paso de presentarse siempre que haya un consenso dentro de la derecha sobre su candidatura.

Pero no hay que olvidar que el actual alcalde de Burdeos y ex primer ministro fue aplastado en la segunda vuelta de los primarias por Fillon en diciembre, y además cuenta con la enemistad de Sarkozy, a quien le costaría digerir que su viejo adversario acabe representando a su campo en los comicios.

La primera encuesta que recoge la "hipótesis Juppé", difundida hoy, recoge datos halagüeños para este y deja claro que el gran damnificado sería el socioliberal Emmanuel Macron, que se había beneficiado de la caída de la popularidad del aún candidato.

Así, la encuesta del instituto demoscópico Odoxa precisa que el rival de Fillon en las primarias se colocaría en el primer puesto de la primera vuelta, con el 26,5 % de las intenciones de voto, frente al 25 % de Macron y al 24 % de la ultraderechista Marine Le Pen.

Si Fillon mantuviese su candidatura, sería eliminado de la primera ronda con el 19 % de las intenciones de voto, por detrás de Macron (27 %), que ocupa ese primer puesto en los sondeos por primera vez, y de Le Pen (25,5 %).