Pakistán lanzó hoy una operación antiterrorista en la que asegura haber matado a más de 100 supuestos insurgentes, un día después del atentado suicida contra un templo sufí en el que murieron 83 personas, una acción por la que el Ejército prometió una "venganza inmediatamente".

Las operaciones comenzaron de madrugada, horas después de que un suicida hiciese explotar las bombas que portaba en el templo sufí Lal Shahbaz Qalandar, en la provincia meridional de Sindh, cuando un gran número de fieles celebraba una ceremonia religiosa.

La matanza fue reivindicada por el grupo yihadista Estado Islámico (EI), que ya en el pasado asumió acciones terroristas en suelo paquistaní.

Tras el ataque, el jefe del Ejército paquistaní, Javed Bajwa, juró venganza.

"Cada gota de sangre de la nación será vengada inmediatamente", afirmó el militar.

Durante la jornada de hoy fueron llegando informaciones de supuestos terroristas abatidos a lo largo del país y el Ejército aseguró haber matado a más de un centenar de personas en operaciones antiterroristas desde que se produjera el ataque.

"Más de 100 terroristas han sido abatidos desde anoche", afirmó en un comunicado el director de la oficina de comunicación del Ejército (ISPR), Asif Ghafoor.

El portavoz indicó que las operaciones continúan y que se han confiscado cantidades de armamento "considerables".

Entre los objetivos se encontraban refugios insurgentes en la frontera afgano-paquistaní, pero los militares no ofrecieron más detalles acerca de dónde se llevaron a cabo las operaciones o quiénes son los muertos.

El número de fallecidos en el ataque al templo sufí ascendió hoy a 83, mientras que de los 343 heridos 76 siguen ingresados, de acuerdo con un comunicado del departamento de Salud regional.

Sehwan, la ciudad donde ocurrió el atentado, vivió hoy la primera de las tres jornadas de luto, con banderas a media asta, la mayoría de los comercios cerrados y una fuerte presencia policial, dijo el jefe de policía de la zona, Rasool Bakhsh.

Pero a la hora del rezo el templo se abrió y algunos fieles acudieron a orar en un simbólico gesto de desafío a los terroristas, según la fuente.

Las televisiones paquistaníes mostraron imágenes de fieles rezando y protestando fuera del templo sufí, comunidad que ha sufrido numerosos ataques.

El primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, viajó a la zona, donde visitó a heridos en hospitales y se reunió con autoridades locales.

"Ordeno y autorizo a mis fuerzas armadas y agencias de seguridad a que eliminen al enemigo con toda la fuerza del Estado", afirmó el mandatario en un comunicado.

Mientras tanto, el Ejército paquistaní convocó a diplomáticos afganos a su cuartel general y pidió que Afganistán tome medidas y entregue a 76 terroristas que se esconden supuestamente en su territorio, señaló Ghafoor.

Poco después, Sartaj Aziz, asesor de Asuntos Exteriores del primer ministro Sharif, mantuvo una conversación telefónica con el consejero de seguridad nacional afgano, Hanif Atmar, en la que le trasladó la preocupación de su Gobierno por los grupos terroristas que supuestamente se cobijan allí.

El jefe del Ejército paquistaní también telefoneó al comandante de las fuerzas de la OTAN en Afganistán, general John Nicholson, para expresarle su "preocupación" por actos terroristas en Pakistán reivindicados por grupos que tienen a sus líderes en suelo afgano.

"Ese tipo de actividades e inacción (contra los terroristas) prueban nuestra política actual de restricción del paso en la frontera" con Afganistán, explicó Bajwa a Nicholson, según un comunicado difundido por el Ejército paquistaní.

Ante esas acusaciones, el Gobierno afgano respondió hoy a Pakistán que la lucha antiterrorista de su país es "honesta".

"Siempre hemos probado nuestra honestidad en la lucha contra el terrorismo y esperamos que otros países prueben la suya en la lucha contra los insurgentes", destacó el mandatario afgano, Ashraf Gani, en un comunicado difundido por el Palacio Presidencial.

El de ayer fue el sexto ataque de esta semana en Pakistán, en un repunte de la violencia que se produce tras una gran disminución de las acciones desde que a inicios de 2014 las autoridades lanzaran una operación militar en las zonas tribales, que continúa en la actualidad, y que había envuelto al país en cierto optimismo tras una década de continuos atentados.