La primera vuelta de las primarias socialistas francesas, que se celebra mañana, vive hoy su jornada de reflexión en un momento en el que los candidatos Manuel Valls, Arnaud Montebourg y Benoît Hamon buscan movilizar a unos votantes de izquierda fragmentados y desencantados.

Los tres favoritos a representar en las presidenciales de abril y mayo de 2017 a la esfera socialista esperan que los pronósticos de poca participación no se cumplan, pues el gobernante Partido Socialista (PS) podría salir aún más debilitado.

Thomas Clay, el presidente de la Alta Autoridad Ética de las primarias socialistas, salió al paso ante estos temores y aseguró que los datos de los potenciales votantes en el extranjero son halagüeños.

"El único índice objetivo que tenemos es el de la preinscripción de los franceses en el extranjero. Son 16.000, tres veces más que en 2011", aclaró Clay, en una entrevista publicada hoy en el diario "Le Figaro".

Pero las encuestas apuntan a un panorama menos alentador para el PS: Se estima entre 1,9 y 2,6 millones de votantes, menos que los 2,7 millones registrados en 2011, cuando las bases eligieron como candidato en 2012 a François Hollande, hoy presidente del país etiquetado como el más impopular de las últimas décadas.

Aunque inscribirse para las primarias es sencillo -cuesta un euro y apenas hay que firmar una declaración-, el desencanto de los votantes de izquierda con el socialismo francés es galopante.

Prueba de ello, es que si hoy se celebrasen los comicios presidenciales cualquiera de los candidatos socialistas en liza no pasarían al segundo turno, pues acabaría el primero en quinto lugar, de acuerdo con los sondeos.

Valls, Montebourg o Hamon, que encarnan la izquierda centrista, la clásica y la moderna, respectivamente, serían ampliamente adelantados, por este orden, por el candidato de la derecha, François Fillon, y por la ultraderechista Marine Le Pen.

Serían también superados por un notable margen por otros dos aspirantes de la esfera de izquierda: el liberal-socialista Emmanuel Macron y el radical Jean-Luc Mélenchon, ambos disidentes socialistas.

Con una participación que seguramente quedará muy por detrás de las primarias de la derecha del pasado noviembre, cuando Fillon fue proclamado candidato, los franceses de izquierda tendrán menos de 24 horas para decidir si se desplazan a uno de los 7.530 puntos de votación repartidos por todo el país.

En todo caso, los favoritos Valls, Montebourg y Hamon -los otros cuatro aspirantes tienen opciones remotas- intentaron anoche convencer en sus últimos mítines por qué debían ser elegidos para pasar al segundo y decisivo turno del 29 de enero, cuando habrá un mano a mano entre dos candidatos.

Manuel Valls, ex primer ministro francés, parte como favorito para ser finalista con un 34 % de las intenciones de voto, aunque con un apoyo venido a menos por su pasado reciente como número dos del impopular Hollande.

El político nacido en Barcelona, de 54 años, afirma encarnar una República "fuerte", "justa" y "laica" que no hace promesas que no puede cumplir, en alusión a la controvertida medida del salario universal lanzada por Hamon.

El exministro de Educación, de 49 años, ha logrado situar su ideario en el centro del debate por al asignación de este salario de unos 750 euros para todos los franceses mayores de edad,

Otras medidas de Hamon, como la legalización de la marihuana, el acortamiento de las penas de cárcel o la aplicación de un impuesto a los robots, han seducido a nuevos votantes, sobre todo jóvenes.

Según los sondeos, Hamon peleará por el segundo puesto con el exministro de Economía Montebourg, de 54 años.

Rostro de una izquierda keynesiana, favorable a las grandes inversiones públicas, Montebourg quiere una Francia que contrarreste el "bloque conservador" de la Unión Europea (UE) y busca sus apoyos en las clases obreras que han sido terreno fértil para el Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen.