Se ha convertido en la primera mujer en EEUU en dirigir una campaña presidencial republicana y además hacerse con la victoria, y ahora, recién nombrada nueva consejera presidencial de Donand Trump, nadie duda que Kellyanne Conway seguirá al lado del magnate "susurrándole" sus mejores consejos.

Antes de comenzar las primarias, el multimillonario la citó en su torre de Nueva York para ofrecerle un lugar en su equipo de campaña, pero ella lo declinó con la creencia de que la combinación de ambos podría ser muy explosiva.

Sin embargo, Conway fue de las primeras en vislumbrar el potencial del multimillonario una vez que comenzó la contienda, y aunque inició sus esfuerzos electorales junto al senador por Texas Ted Cruz, se pasó al equipo Trump para impulsar al magnate en su camino hacia la Casa Blanca.

Consciente de que uno de los puntos más débiles para el ya presidente electo era su relación con sus votantes femeninas, Conway tomó las riendas de la campaña a ese respecto, su gran especialidad, y protagonizó de manera incansable un mensaje diario y optimista en los principales canales del país dirigido a las mujeres.

Con su melena rubia, y orgullosa de haberse hecho a sí misma en un mundo de hombres, repetía una y otra vez que lo que ellas valoran son la estabilidad económica y la seguridad nacional, dos de los fuertes de Trump en las encuestas: apuntaló el mensaje de que él era "el hombre" que llevaría la tranquilidad a sus hogares.

Pero aquellos que la han visto de cerca trabajar en los últimos meses aseguran que al apagarse las cámaras y salir de foco, su principal papel era atemperar al multimillonario, ayudarle a bajar el tono de sus duras declaraciones, enseñarle a mostrar "más compasión".

Ese rol le valió el apodo de "the whisperer", "la susurradora".

Natural de Nueva Jersey, donde aún hoy vive junto a su esposo y sus cuatro hijos, construyó gran parte de su carrera en torno a una tarea siempre complicada: lograr que los hombres conservadores blancos se hicieran con el voto femenino, una proeza que ningún candidato presidencial republicano ha logrado desde George H.W. Bush en 1988.

Conway creció en una familia enteramente femenina, criada por su madre, su abuela y sus tías, con raíces irlandesas, medio italianas, influencia católica y una fuerte convicción en los frutos del trabajo duro.

En 1988, a punto de graduarse en Derecho por la Universidad George Washington de la capital estadounidense, comenzó a trabajar para Dick Wirthlin, encuestador oficial del presidente Ronald Reagan, y su primera tarea fue la misma que 30 años después desempeña, atraer más mujeres al seno republicano.

En 1995, Conway fundó The Polling Company / WomanTrend, una firma de consultoría especializada en investigación de mercado, con la que sigue trabajando en la actualidad, una rareza en un mundo esencialmente masculino.

"He estado en un negocio muy dominado por hombres durante décadas", dijo en una reciente entrevista a la prestigiosa revista "The New Yorker".

"Sobre todo me he dado cuenta, desde el principio, que hay mucho espacio para la pasión, pero hay muy poco espacio para la emoción. Pero ya le digo a la gente todo el tiempo: ''No se deje engañar, porque de día soy un hombre''", relató.

Y es que ha demostrado con creces su fortaleza a lo largo de los últimos meses, después de que el multimillonario acabara con dos de sus jefes de campaña, Paul Manafort y Corey Lewandowski, cuando las encuestas le hundían.

Conwey se hizo con las riendas de la estrategia electoral cuando Trump estaba diez puntos por detrás de su rival, la demócrata Hillary Clinton, y afrontaba una dura polémica por haber arremetido contra el padre de un veterano musulmán fallecido en la guerra de Irak.

Con paciencia y templanza, siempre con un aire optimista, Conwey elevó a un multimillonario sin experiencia política, con difícil temperamento y de lengua incontrolable, a lo más alto del poder mundial.

Y es que el próximo 20 de enero celebrará su cincuenta cumpleaños mientras ve cómo su jefe es ungido como el próximo presidente de Estados Unidos. Un hito, en gran medida, gracias a ella.