Una crisis económica profundizada por el cierre fronterizo con la India y una crisis política que acabó en diez meses con el primer gobierno tras la aprobación de la Constitución dejaron solo malas noticias durante el año en Nepal, que no se recupera del terremoto de 2015.

El país del Himalaya recibió 2016 entre protestas en la región Terai, fronteriza con la India y con un fuerte componente poblacional de ese país, en demanda de mayores atribuciones de las previstas en la Constitución aprobada apenas el año pasado.

Los terai o madhesi han mantenido en vilo el panorama político a lo largo de todo el año con sus exigencias de más provincias de las siete previstas en la Constitución (de las que solo tiene una) y una capacidad de representación parlamentaria superior a la que contempla la carta magna en septiembre de 2015 tras ocho años de espera.

Detrás de las demandas está el control de los ingresos aduaneros de la zona por la que pasa la práctica totalidad de importaciones que entran a Nepal.

Las protestas acabaron en febrero en medio de un desabastecimiento general de combustible, medicinas y artículos de consumo diarios que hicieron la situación aún más grave para una población ya muy golpeada por el terremoto que en abril de 2015 causó casi 9.000 muertos y enormes daños materiales.

La protesta y la escasez dispararon la inflación, y el Gobierno de Sharma Oli hizo una primera enmienda constitucional en enero que no satisfizo a los manifestantes para frustración del Ejecutivo nepalí, que volvió a responsabilizar a la India de estar detrás de las protestas.

La economía se hundió en 2015 para crecer un 1% tras años por encima del 5%, la más baja desde 2001, cuando el país estaba en guerra civil.

En la Declaración de Necesidades Post-Desastre, elaborada meses después del terremoto, la Comisión Nacional de Planificación indicó que el seísmo produjo pérdidas para la economía de unos 7.000 millones de dólares.

Sin embargo, el Ministerio de Finanzas indicó que las pérdidas causadas por el bloqueo de los madeshi por su disconformidad con la carta magna fueron incluso más elevadas.

"Llevará muchos años recuperarse de las pérdidas del bloqueo y el terremoto", en opinión del economista Dipendra Bahadur Chhetri, exgobernador del Banco Central de Nepal.

El país además ha dejado pasar el año sin apenas resultados en la reconstrucción de las propiedades destruidas por el terremoto y la compensación a los damnificados.

Pese a las muchas promesas, el Gobierno aún no ha sido capaz de hacer efectivo la totalidad del primer pago de indemnizaciones por valor de 458 dólares a las víctimas del terremoto y apenas hay progreso en la reconstrucción de escuelas, puestos de salud y oficinas gubernamentales.

De los 750 sitios históricos destruidos por el terremoto solo tres han sido reconstruidos (uno de ellos por parte de la propia comunidad) mientras que en otros 45 los trabajos apenas han comenzado.

Pero si algo volvió a marcar el año fue la inestabilidad política.

Sharma Oli, que en octubre de 2015 se convirtió en el primer ministro de la nueva República tras la aprobación de la Constitución, no encontró tregua en las protestas de los madeshi y a días para cumplir los diez meses renunció al cargo.

El 4 de agosto el exlíder guerrillero Pushpa Kamal Dahal, máximo dirigente del Partido Comunista de Nepal CPN-MC (maoísta centro) se convirtió por segunda vez en ocho años en primer ministro al frente de una coalición formada por su partido y el Partido del Congreso.

Dahal llegó al poder con el apoyo de los madhesi, a los que prometió dar respuesta en sus pretensiones, y con muy poco margen para maniobrar dadas las limitaciones económicas y las urgencias del país.

"Dahal tiene múltiples desafíos por delante. No sería una sorpresa su para el inicio de 2017 nos encontramos con un nuevo Gobierno", dijo el analista político Shreekrishna Anirudra Gautam.