Inquieto por la deriva política que ha tomado el atentado del jueves en Niza, el Gobierno francés anunció hoy que reforzará la seguridad en todo el país y defendió las medidas de prevención que se adoptaron aquel día, ante las críticas cada vez más fieras que llegan desde la derecha y la ultraderecha.

Las autoridades han lanzado el mensaje unívoco de que una acción como la perpetrada por Mohamed Lahouaiej Bouhlel es difícilmente evitable. "Habrá sin duda más víctimas inocentes", reconoció el primer ministro, Manuel Valls.

Esa resignación ha sido utilizada por responsables del partido conservador Los Republicanos y, sobre todo, por la ultraderechista Marine Le Pen para acusar al Ejecutivo de no hacer todos los esfuerzos necesarios para garantizar la seguridad de los franceses.

Para contrarrestar esas voces, el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, dijo hoy que se reforzará la presencia de las fuerzas de seguridad en todo el territorio galo, en parte gracias a la incorporación de reservistas de la gendarmería y de la policía.

Esa reserva operacional, compuesta por 9.000 gendarmes y 3.000 policías, está llamada a dar un respiro a los saturados cuerpos del orden para proteger las fronteras, misión en la que también están empleados parte de los 10.000 militares desplegados en el interior de Francia.

La preocupación pasa ahora por la infinidad de festivales y eventos culturales que se organizan en verano en el país, que contarán con planes de prevención especiales.

Tras las acciones perpetradas por una célula local -como en el "Charlie Hebdo", en enero de 2015- y por infiltrados retornados de Siria -como en la sala Bataclan, el pasado noviembre-, el Ejecutivo se enfrenta ahora al reto que suponen terroristas como Bouhlel, que se radicalizó muy rápidamente y sin dejar rastro.

"Aquellos que después de un drama como este dicen que tienen la solución son unos irresponsables", clamó hoy el portavoz gubernamental, Stephane Le Foll.

Siempre presta a hacer de la seguridad un caballo de la batalla política, Le Pen denunció las "gravísimas carencias" del Gobierno socialista a la hora de afrontar un problema que, a su juicio, debería implicar una intervención contundente en el control de las fronteras y mayor vigilancia sobre los imanes radicales.

"Cuando se nos dice que se trata de actos imprevisibles, que nos tenemos que acostumbrar a los ataques terroristas o que el problema no podrá solucionarse en varias generaciones, escucho un discurso que no puede sino incitar a la población al derrotismo, al desánimo y a la angustia", lanzó la líder del Frente Nacional.

Por ello, reclamó la marcha del ministro del Interior, quien "con un balance tan lamentable, con 250 muertos en 18 meses, debería haber dimitido hace tiempo".

Le Pen se unió de esa manera a buena parte de los representantes conservadores, entre ellos el aspirante a las primarias Alain Juppé, que fustigan desde el jueves a las autoridades.

Quien más se ha significado en sus críticas ha sido el presidente de la región Provenza Alpes Costa Azul y exalcalde de Niza, Christian Estrosi, quien hoy se preguntó "qué medidas de seguridad se tomaron, en esta situación de guerra, para que no se pueda matar con ese arma (el camión) en una gran ciudad de Francia".

En una réplica a Estrosi, sin mencionarlo, el ministro del Interior recordó que el dispositivo de seguridad para los fuegos artificiales de la Fiesta Nacional en Niza se había preparado "en estrecho contacto" con el ayuntamiento de la ciudad.

Y recordó que la alcaldía, en manos de la mano derecha de Estrosi, Philippe Pradal, podía haber anulado el acto si consideraba que no se cumplían las condiciones exigibles de seguridad.