Qiu no quiere hablar por teléfono. Lleva casi un año escapando de las autoridades y procura tomar todas las precauciones para que no le vuelvan a detener, pero ello no le impide hablar para contar su historia, la de todos los abogados que viven perseguidos en el país. "En China, la gente puede desaparecer en cualquier momento", dice.

Qiu Zhijiang se muestra tranquilo, aunque su experiencia y la situación que le rodea dan motivos para no estarlo.

Él fue uno de los letrados detenidos en la operación del Gobierno chino contra su colectivo de la que hoy se cumple un año, y en la que fueron arrestados o interrogados unos trescientos abogados, trabajadores de bufetes y defensores de los derechos humanos.

Veintitrés quedan en manos de las autoridades, y, a excepción de seis, todos llevan un año incomunicados, sin acceso a un letrado de su libre elección o a comunicarse con sus familias.

A Qiu le detuvieron el 10 de julio de 2015 en el bufete del prominente letrado Zhou Shifeng, en el que trabajaban los abogados de derechos humanos más destacados del momento, como Wang Yu, conocida por el colectivo como la "abogada de hierro" o "la diosa de la guerra".

Al comenzar a enterarse de los arrestos que se estaban produciendo por todo el país, Qiu decidió ir al bufete de Zhou Shifeng y avisar a sus compañeros para que recogieran lo que pudieran y se marcharan, pero cayó en manos de las autoridades.

"Me interrogaron durante muchas horas y al llevarme a una vivienda conseguí huir", recuerda. Desde entonces, sigue huido.

"El Gobierno chino odia a Zhou Shifeng, su bufete reúne a muchos abogados de derechos humanos. Es una persona muy importante", explica sobre el despacho que está en el punto de mira.

Reconoce que siente miedo, pero considera que su mensaje puede hacer despertar a la comunidad internacional. "Esto no se trata de unos cuantos abogados, hablamos del peor ataque a la sociedad civil desde 1989", remarca.

Qiu explica que cuando Xi Jinping subió al poder entre finales de 2012 (nombrado secretario general del Partido Comunista) y principios de 2013 (declarado oficialmente presidente de China), "empezó a ir contra los movimientos civiles, pero ello no infundió un temor verdadero".

"En todos los casos, los abogados se levantaban para defender a las víctimas", señala.

El letrado destaca las diferencias entre las administraciones de los anteriores presidentes Jiang Zemin o Hu Jintao con el actual Gobierno. Con Hu o Jiang, reconocidos intelectuales o defensores de la democracia también fueron detenidos pero fueron liberados poco después, como el uigur Ilham Tohti o el activista Xu Zhiyong.

"Pero con Xi Jinping, Tohti fue condenado a cadena perpetua y Xu a cuatro años de cárcel", apunta.

En su opinión, el presidente Xi, el líder chino que más poder ha concentrado desde Mao Zedong, "siente la crisis presente y futura", en medio de la desaceleración de la economía, las huelgas obreras o el auge de las redes sociales como difusor de protestas.

"Con los crecientes conflictos en el país, si ahora reprime a los abogados, en el futuro los ciudadanos que se levanten pierden apoyo", valora, y llama a los líderes mundiales como la canciller Angela Merkel, con quien se reunió en una de sus recientes visitas a China, a presionar a Pekín.

El caso de los abogados además ha puesto en evidencia el deterioro del sistema judicial chino y los abusos de las autoridades, alerta.

Si antes se cumplían los plazos para informar sobre un arresto a la familia o se mantenían a los detenidos en comisarías, ahora la policía retiene a las personas en ubicaciones sin concretar por un largo periodo de tiempo, totalmente incomunicadas.

Y los extranjeros no están exentos de estos atropellos. Qiu recuerda la situación por la que tuvo que pasar el cofundador de una ONG en China, el sueco Peter Dahlin, arrestado casi un mes este año y cuya detención no fue confirmada hasta diez días después de producirse.

Dahlin trabajaba con algunos de los abogados que hoy están detenidos, educando a la población. "Les dije a diplomáticos estadounidenses y alemanes que si no reaccionaban con Peter, lo siguiente sería que arrestaran a ciudadanos de su país", comenta Qiu.

China acabó cediendo a la presión internacional y liberó a Dahlin, pero su arresto, reflexiona el letrado, es una señal de alarma: "resultado de la tolerancia con la que la comunidad internacional trata a China".

De momento, y a la espera de que esa actitud cambie, él sigue huyendo.