Irán espera que Arabia Saudí atienda "a la llamada de la razón" y deje de apoyar a grupos extremistas y promover el odio sectario en la región para colaborar en la defensa de la estabilidad global, afirmó hoy el ministro de Exteriores iraní Mohamad Yavad Zarif.

En una nota enviada a la secretaría general de las Naciones Unidas, el diplomático iraní se refirió a "los desafortunados incidentes de los últimos días" entre su país y Arabia Saudí, de los que culpó a sectores en el interior del país árabe embarcados en la misión de "arrastrar a toda la región a un conflicto".

Zarif apuntó que Irán "no tiene ningún deseo o interés en escalar la tensión" con sus vecinos árabes y que de hecho sus políticas a lo largo del último año y medio han ido dirigidas a dialogar con Arabia Saudí para promover la estabilidad regional.

"Todos tenemos que estar unidos frente a las amenazas que suponen los grupos extremistas contra todos nosotros (...) El presidente (Hasán) Rohaní y yo hemos enviado señales públicas y privadas a Arabia Saudí sobre nuestra disposición a dialogar para promocionar la estabilidad y combatir el desestabilizador extremismo violento", apuntó.

El ministro explicó que la ejecución el pasado sábado del clérigo chií Nimr Baqir al Nimr, que dio inicio a una escalada de tensiones entre Teherán y Riad y a la ruptura total de sus relaciones, fue la última de una larga serie de "provocaciones" saudíes a Irán a las que su país no ha respondido.

Zarif apuntó por ejemplo a los ataques a instalaciones diplomáticas iraníes en Yemen, al maltrato sistemático a sus peregrinos en La Meca y a los sermones oficiales "de odio" hacia Irán y todos los chiíes, así como a instigar la guerra económica contra su país.

"Frente a estas actitudes sectarias, el Gobierno iraní ha condenado inequívocamente los asaltos contra la embajada saudí y contra su consulado, y ha asegurado la seguridad y dignidad de todos los diplomáticos saudíes", dijo.

Para el ministro, la reacción saudí se debe al fin de las sanciones sobre el programa nuclear iraní, una "pantalla de humo" que a partir de su eliminación "expondrá la amenaza real que suponen los extremistas y sus patrocinadores".

Así, Zarif recordó que la mayoría de los miembros de Al Qaeda, los talibán, Estado Islámico o el Frente Al-Nusra son saudíes o fueron influidos por "demagogos financiados por el petróleo" que promueven "un mensaje de odio, exclusión y sectarismo" desde hace décadas.

El Gobierno de Arabia Saudí rompió el domingo pasado sus relaciones diplomáticas con Irán tras el asalto la noche anterior de la Embajada saudí en Teherán y su consulado de la ciudad de Mashhad, que se produjo como respuesta a la ejecución del clérigo Al Nimr.

Irán detuvo a 40 personas por estos incidentes y quiso restarle importancia mientras Bahrein, Yibuti y Sudán secundaban a Arabia Saudí y retiraban a sus diplomáticos de Irán y otros países árabes llamaban a consultas o reducían su personal en la capital iraní.

Mientras, Irán prohibió la importación de bienes saudíes y acusó a Riad de bombardear su embajada en Yemen, lo que fue negado por los árabes.

Más allá de las tensiones diplomáticas y religiosas, Irán y Arabia Saudí se encuentran enfrentados en todos los escenarios regionales y defienden a bandos opuestos en los conflictos civiles de Siria, Irak y Yemen.