Los ministros de Justicia e Interior de la Unión Europea se reunirán este viernes de manera extraordinaria tras los atentados de París, con el objetivo de reforzar la vigilancia de sospechosos radicalizados a través de un control más estrecho del tránsito en las fronteras exteriores de la UE, incluido el de los ciudadanos europeos.

Para ello, los Veintiocho reiterarán la necesidad de introducir "de manera coordinada y sistemática" los controles de los ciudadanos que crucen la frontera exterior de la UE, incluidos quienes gozan del derecho a la libertad de movimiento, según el borrador de conclusiones al que ha tenido acceso Europa Press.

No es la primera vez que los gobiernos exploran esta posibilidad --ya se apuntó el pasado febrero en otra reunión de los 28 tras el atentado contra la revista satírica ''Charlie Hebdo''--, pero en esta ocasión no se mencionan los "indicadores de riesgo" a los que está sujeta la reintroducción de estos controles para los europeos.

El control sistemático de los pasaportes de los viajeros es algo que el acuerdo Schengen ya permite realizar a los nacionales de terceros países que entran en este espacio sin fronteras, para cotejar la identidad del individuo y asegurarse de que la documentación no es falsa.

Sin embargo, se limita en el tiempo y a determinadas circunstancias el que esta medida se pueda imponer a ciudadanos europeos, por ejemplo ahora en Francia, por la amenaza terrorista.

Del debate de este viernes a 28 se espera avances en dos fases, primero un acuerdo para coordinar controles sistemáticos de manera "inmediata" mientras dure la amenaza terrorista, y otro paso más a largo plazo, para convertir esta vigilancia en permanente y que exigiría una revisión del código Schengen.

Con este propósito, explican fuentes europeas, se espera que los ministros encarguen a la Comisión Europea propuestas concretas de cambio en marzo de 2016 a más tardar.

INTERCAMBIO DE INFORMACIÓN

Varios de los terroristas que participaron en la matanza de al menos 129 personas el viernes en París crecieron en el distrito bruselense de Molenbeek y viajaron a Siria, por lo que fueron interrogados y clasificados como "radicales" por los servicios de inteligencia belgas este 2015.

Sin embargo, esta información no fue comunicada a otros Estados miembros ni se valoró como riesgo terrorista.

Este hecho y el que al menos uno de los autores del atentado pudiera cruzar la frontera de regreso a Bélgica horas después de atentar en la capital gala ha llevado a los Estados miembros a reabrir el debate sobre la necesidad de mejorar el intercambio de información.

El "exceso de celo" de los servicios de inteligencia nacionales a la hora de intercambiar de manera automática sus datos con los de otros servicios europeos ha complicado en el pasado esta práctica, según admiten fuentes diplomáticas. Por ello se espera que los ministros expresen el compromiso de mejorar la coordinación entre sus Policías e investigadores.

Tanto el refuerzo de las fronteras exteriores como mejorar los canales para el intercambio de información son exigencias evocadas por el Gobierno francés en los últimos días y que, a priori, no plantean grandes reservas entre el resto de socios, según fuentes europeas.

Por otro lado, los ministros reiterarán la necesidad de concluir antes de que acabe el año las negociaciones con el Parlamento Europeo para permitir la creación de un registro europeo de pasajeros aéreos (PNR, por sus siglas en inglés).

Francia insiste en que este registro debe incluir los vuelos dentro de la UE y no sólo los extracomunitarios y que los datos del pasajero se conserven hasta un año después del vuelo, pese a que en las negociaciones se contemplan plazos más cortos.

Finalmente, los ministros identificarán otras necesidades para mejorar la lucha contra el terrorismo internacional, como un control más estricto del comercio de armas de fuego en la UE y a través de Internet y la persecución penal de la incitación al odio y la radicalización.

También se esperan avances en ampliar la definición europea de delito terrorista y estrechar la presión sobre los llamados "combatientes extranjeros", es decir, europeos que viajan a Siria para ser formados como yihadistas y regresan para atentar en Europa.