La "Generación de Oslo", jóvenes palestinos nacidos en los últimos 22 años, están en el centro de la oleada de violencia que vive la región y que atribuyen a la frustración generada por años de ocupación.

Cuando el padre del nacionalismo palestino, Yaser Arafat, y el primer ministro israelí de entonces, Yitzhak Rabin, ampararon la primera fase de los acuerdos negociados en Oslo que establecían las bases de lo que debía ser el camino hacia la creación de un Estado Palestino independiente, en 1993, Fadi tenía dos años y sus padres creían que era el principio del fin de décadas de demandas de la autodeterminación.

Hoy, este joven se ajusta la "kufiyeh" (pañuelo palestino) para cubrir su rostro, agarra piedras y se dirige rodeado de sus amigos de la Universidad de Birzeit, la más prestigiosa de Palestina, a enfrentarse a las tropas israelíes apostadas en las proximidades de un puesto de control a las afueras de Al Bire, vecina a Ramala.

"Tiro piedras para protestar contra la vida que vivo", explica este estudiante de ingeniería que critica ferozmente a Israel y lamenta cómo su gobierno (la Autoridad Nacional Palestina, creada por los Acuerdos de Oslo) "ha abandonado" a su pueblo.

"Ambos (liderazgos) dicen que quieren paz, pero no hacen absolutamente nada. Yo, mientras, no tengo sueños. No puedo leer los libros que quiero, ni viajar adonde me gustaría. Así que vengo aquí y tiro piedras", grita mientras se aleja, jaleado por sus amigos, hacia las columnas de humo de explosiones y neumáticos quemados.

Mientras en Jerusalén e Israel la violencia se extiende en forma de apuñalamientos, fundamentalmente de palestinos a israelíes, dentro de la Cisjordania ocupada y Gaza la violencia se canaliza con disturbios diarios entre jóvenes carentes de esperanza y las Fuerzas Armadas israelíes, que reprimen la ira a golpe de gas lacrimógeno y balas.

En total, treinta palestinos de entre 12 y 27 años han muerto como supuestos responsables de ataques (diez de ellos en recuento de Efe) o en disturbios que no amainan desde el 1 de octubre, periodo en el que han muerto siete israelíes en atentados.

Ciudadanos y analistas identifican la violencia como respuesta gestada en el hartazgo y la desilusión de una generación que no recuerda el dolor de una intifada (levantamiento palestino), pero que creció con esta figura como estandarte de la búsqueda de la libertad palestina.

"Esto es frustración, cabreo, falta de esperanza. Es una generación que ya nació bajo ocupación y no puede vivir con esa carga", opina en declaraciones el miembro del partido palestino Al Fatah y vicepresidente del Comité para la Interacción con la Sociedad Israelí, Elías Zananiri.

Desde hace años, asegura, los palestinos han tratado de alertar a Israel de la necesidad de avanzar políticamente para resolver el conflicto y evitar un agravamiento de la situación que derivase en una explosión como la actual, "pero los gobiernos israelíes decidieron que no querían hacer nada".

"(El presidente palestino, Mahmud) Abás apostó por la paz y las negociaciones. Pero el tiempo ha pasado y la gente no quiere escuchar más. Ahora escucharán a sus intestinos", advierte.

El miedo a que Israel tome el control o divida la mezquita de Al Aqsa, en la Explanada de las Mezquitas, tercer lugar santo para el islam situado en el Jerusalén ocupado y también sagrado para el judaísmo, ha catalizado la escalada, afirma.

Zoraida Husein, directora del Comité Técnico de Asuntos de las Mujeres, lamenta que en un contexto marcado "por la ocupación", "políticas discriminatorias israelíes" y la ausencia de un liderazgo palestino, "es la violencia lo que le da a uno la dignidad".

"Se trata de tu pueblo, es tu sangre. Por eso cuando los jóvenes salen a la calle no podemos decirles nada. Les hacemos cuestionarse si vale la pena o no, pero entendemos que es la acumulación de la rabia, sufrimiento y humillación lo que hace esto" lamenta.

Tres jóvenes de 19 años que rechazan dar sus verdaderos nombres y acaban de salir de sus clases en la universidad, han decidido antes de regresar a casa para estudiar ir por primera vez en su vida a manifestarse contra soldados israelíes.

Aseguran que sus padres desconocen que están allí -"nos matarían"-, pero querían "luchar" junto a otros chicos porque "también somos palestinas y no tenemos miedo a morir", afirman las adolescentes, parte de esta generación asentada en un suelo político diferente al de revueltas pasadas.

"La juventud palestina de 2015 no tiene nada que ver con las anteriores. Son más conscientes de sus habilidades, derechos y del apoyo internacional que tiene su lucha. Los llamamientos a la calma hechos por Abu Mazen (Abás) y los líderes de sus organizaciones de seguridad y las amenazas israelíes no afectan particularmente a la gente sobre el terreno", escribía hoy en el diario "Yediot Aharonot" el analista Alex Fishman.

"Estos jóvenes quieren ir contra ambas clases dirigentes, la palestina y la israelí. Es verdad, apuñalan a israelíes, pero sienten desprecio por la ANP", concluye.