El Movimiento Nacional Popular (PNM), de centroizquierda y encabezado por Keith Rowley, se impuso este lunes en las elecciones celebradas en Trinidad y Tobago, un país caribeño de 1,9 millones de habitantes que afronta dificultades económicas a causa de la caída del precio del crudo.

Rowley se impuso en los comicios a Kalma Persad-Bissessar, de 63 años, que buscaba su reelección después de haberse convertido en 2010 en la primera mujer en encabezar el Gobierno de las islas y que su mandato se vio duramente salpicado por diversos escándalos y acusaciones de corrupción.

Según el recuento preliminar de votos, el PNM se hizo con 22 de los 41 escaños del Parlamento, mientras que el Congreso Nacional Unido (UNC), la coalición socialdemócrata gobernante hasta ahora en Trinidad y Tobago, se quedó en 19 escaños.

El Partido Liberal Independiente (ILP), liderado por Jack Warner -sobre el que pesa una orden de extradición a EE.UU. por acusaciones relacionadas con el caso de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA)- no logró hacerse con escaño alguno.

Warner, que hace unos años fue expulsado del UNC, dijo tras conocerse los resultados que su "mayor éxito" había sido el fracaso de Persad Bissessar -que a la media noche aún no se había pronunciado- y agregó que "Kamla nunca volverá al Gobierno".

El próximo primer ministro, Keith Rowley, un geólogo de 66 años de edad especializado en el estudio de volcanes, gozaba de gran apoyo en las áreas del norte del país, sobre todo entre la población de origen africano, que suma el 35 % del total.

"Estamos seguros de que se ha puesto el país en buenas manos: nos hemos preparado bien, esperamos tomar las responsabilidades de la gestión de los asuntos de todo el pueblo de Trinidad y Tobago de forma que nos permitirá ver esta noche como el comienzo de una nueva era", dijo hoy a la ciudadanía.

En el pasado ya ocupó los puestos de ministro de Agricultura y Recursos Marítimos y Terrestres, de Planificación y Desarrollo, de Vivienda, y de Comercio e Industria, y en la pasada legislatura se estrenó como líder del PNM.

En un discurso ante sus seguidores poco antes de la media noche, el propio Rowley dijo tener el placer de anunciar que el PNM había ganado las elecciones en Trinidad y Tobago y que "mañana habrá un nuevo Gobierno", que según dijo, "recibe una gran responsabilidad".

"Quiero agradecer a todos el duro trabajo que han hecho para llegar a este exitoso final en el que han sido unas elecciones difíciles", dijo Rowley.

También agradeció a la ciudadanía "su demostración una vez más de que podemos comportarnos de una manera digna del nombre de Trinidad y Tobago".

Su partido se fundó en 1955 y a partir del año siguiente ocupó el poder durante 30 años consecutivos. Desde entonces se ha ido alternando en el poder con otros partidos.

En sus primeras declaraciones como primer ministro electo, Rowley dijo que el país ahora debe "sanar" y la población "debe unirse para afrontar los tiempos duros que se avecinan".

De hecho, el nuevo Gobierno tendrá que hacer frente a los retos económicos a los que se enfrentan unas islas que dependen en gran medida de la cotización internacional del petróleo y del gas natural, que produce en grandes cantidades.

Según el último boletín del Banco Central de Trinidad y Tobago, difundido la semana pasada, la economía nacional se contrajo un 1,2 % en el primer trimestre de 2015 respecto al mismo periodo del año anterior (-1,4 % respecto al trimestre inmediatamente anterior), el desempleo aumentó hasta el 3,7 % (desde el 3,1 % de un año antes) y la inflación se mantuvo elevada.

Además, el déficit público se duplicó en los ocho primeros meses del ejercicio fiscal (octubre-mayo), hasta los 365 millones de dólares estadounidenses, una muestra más del deterioro de una economía que depende en gran medida del petróleo, cuya cotización internacional lleva meses de descensos.

De hecho, aunque el resto de la economía creció en el primer trimestre un 0,2 %, el sector energético se contrajo un 3,3 %, un retroceso que se espera que sea aún mayor en los siguientes trimestres.

Además de la caída del precio del crudo, Trinidad y Tobago tiene frente a sí otros retos como la violencia -un mal que afecta a gran parte de las islas caribeñas a causa del narcotráfico- y la escasez de infraestructuras para dar servicio a sus cerca de 1,3 millones de habitantes.

Al menos durante el mandato de Persad-Bissessar, que ha logrado también avances en la cobertura social y sanitaria, se consiguió que el suministro de agua potable llegara al 80 % de los habitantes, desde el 20 % del comienzo de la legislatura.