A pesar de su carácter discreto, la sombra de la masonería aún planea hoy sobre las principales instituciones portuguesas, cuyos miembros aparecen a menudo señalados como integrantes de una orden que goza de buena salud en suelo luso.

La masonería es definida por sus seguidores como una orden de carácter humanista que busca el desarrollo espiritual del hombre, pero es confundida con frecuencia con una secta, una religión o incluso una organización política.

En España suele ser vista como aquel fantasma que se identificaba con todos los males durante el régimen franquista, pero en Portugal es una organización ''de carne y hueso'' que aparece con frecuencia en los medios de comunicación.

Su mayor presencia en Portugal es avalada por las cifras: se calcula que en las diferentes obediencias lusas hay entre 5.000 y 6.000 masones, frente a los 3.500 miembros que acumula esta orden en España.

La diferencia es notable si se tiene en cuenta que Portugal es un país de apenas 10,5 millones de habitantes, muy inferior a los 47 millones de España.

La banca, el ejército, la universidad y, sobre todo, la política son algunos de los sectores de poder en Portugal que han sido relacionados con la masonería.

"Tradicionalmente siempre fue una organización de élites. Es natural que, como ocurrió en el pasado, se relacione con esos sectores relativamente bien colocados en la sociedad", explicó el historiador portugués António Ventura, que ha dedicado parte de su obra a investigar la masonería.

Una de las últimas polémicas en las que la masonería portuguesa se vio envuelta afecta al Hospital de Santa María de Lisboa, el principal del país.

Según denunció el mes pasado un estudio elaborado por la Fundación Francisco Manuel dos Santos, el hospital está dominado por intereses de grupos públicos y privados que condicionan el funcionamiento de los servicios, entre los que figuran el Opus Dei, partidos políticos y las organizaciones masónicas.

"Si miramos a los últimos 30 años, los medios de comunicación repiten periódicamente los mismos titulares, las mismas noticias (...). Como la masonería es poco conocida, aquello que no se conoce es susceptible de ser apetecible para el público", señaló Ventura.

Las denuncias sobre políticos ligados a la masonería son frecuentes e incluso se ha llegado a decir que el 80 % de los diputados de la Asamblea de la República son masones.

Los rumores de pertenencia a esta orden han alcanzado incluso al actual presidente de la República, el conservador Aníbal Cavaco Silva, y no son muchos los que han asumido de forma pública su condición de masones.

Más anecdótico es el ejemplo del fundador e histórico dirigente socialista Mário Soares, que reconoció que durante su exilio en Francia formó parte de una organización masónica, pero al volver a Portugal lo dejó "porque estaba pasado de moda".

El caso más público es el de António Arnaut, ministro de Asuntos Sociales en 1978 y fundador del Sistema Nacional de Salud, que llegó a ser gran maestro del Gran Oriente Lusitano, la principal logia masónica de Portugal.

Aunque menos, también existen casos en los que los propios masones participan activamente de la vida pública.

En febrero, una antigua líder lusa del Gran Oriente Ibérico -organización activa en Portugal, España y Francia- pidió públicamente la liberación del ex primer ministro José Sócrates, en prisión preventiva por sospechas de corrupción, fraude fiscal y blanqueo de capitales desde el mes de noviembre.

Con estas excepciones, desde las obediencias masónicas se afanan en negar que tengan una presencia amplia en las esferas de poder.

"El 99 % de las noticias que aparecen sobre tráfico de influencias son falsas y la mayor parte de las personas que están en la masonería son ciudadanos comunes", dijo el gran maestro de la Gran Logia Simbólica de Portugal, Pedro Rangel.

Defendiendo que la masonería fomenta los valores solidarios, Rangel consideró que sería "muy bueno" que todos los diputados fueran masones, ya que garantizaría que se mueven por unos "principios éticos".

"Podemos intentar construir una imagen positiva, pero los medios estarán siempre a la espera de que haya un masón que se porte mal para echarse encima", concluyó.