Representantes del Gobierno de Kiev y los separatistas prorrusos reabrieron ayer un resquicio para la paz en el este de Ucrania al volver a reunirse en Minsk con mediación de la OSCE y Rusia, a pesar de mantener posturas aparentemente irreconciliables.

Tras cuatro horas de reunión, el viceprimer ministro de la autoproclamada república popular de Donetsk, Andréi Purguín, al frente de la delegación de los rebeldes, aseguró en rueda de prensa que las partes volverán a reunirse el próximo viernes con la vista puesta en un alto el fuego y el intercambio de prisioneros.

"Discutiremos etapas y pasos posibles para el alto el fuego y trataremos la posibilidad de un intercambio de prisioneros (en el formato) de ''todos por todos''", dijo el líder separatista al concluir la reunión.

En un tono conciliador, aun tras reconocer que las posturas expuestas por los dos bandos enfrentados en el este de Ucrania "son por supuesto distintas", Purguín se centró en las posibilidades de encontrar "puntos comunes susceptibles de ser negociados" en lugar de resaltar las diferencias que parecen insalvables.

Instantes antes de la reunión, los separatistas hicieron público el documento que luego entregaron al representante del Gobierno de Kiev, el expresidente ucraniano Leonid Kuchma, con sus exigencias a las autoridades ucranianas.

Los rebeldes, alentados por el éxito de la amplia contraofensiva lanzada hace una semana contra las tropas ucranianas, exigen a Ucrania "un estatus especial", que no la independencia, para las regiones de Donetsk y Lugansk, sublevadas contra Kiev a mediados del pasado mes de abril.

También reclaman, entre otras cosas, la oficialidad de la lengua rusa en las dos regiones, la autonomía económica exterior "para profundizar la integración con Rusia y con la Unión Aduanera (integrada además por Bielorrusia y Kazajistán), y la liberación de los milicianos y políticos prorrusos detenidos durante el conflicto.

Las autoridades ucranianas no aceptan otra cosa que la rendición incondicional de los separatistas.