"Fuerza Cristina", "Vamos Cristina", coreaban hoy a las puertas del hospital Favaloro de Buenos Aires las decenas de simpatizantes que se acercaron hasta allí para expresar su solidaridad con la presidenta argentina, Cristina Fernández, que fue operada con éxito de un hematoma craneal.

Fuertes aplausos, vítores y silbidos obligaron al portavoz presidencial, Alfredo Scoccimarro, a interrumpir varias veces el breve comunicado en el que anunció que la intervención quirúrgica había sido "satisfactoria" y la presidenta estaba "de muy buen ánimo" en su habitación.

Los primeros partidarios de la mandataria argentina comenzaron a llegar ayer, una vez se hizo público que Fernández había sido internada y sería sometida al día siguiente a una intervención quirúrgica de bajo riesgo para eliminarle la "colección subdural crónica" que le fue diagnosticada el pasado fin de semana.

"Vinimos a darle fuerzas a la presidenta para que salga todo bien", dijo Eduardo Arizaga, militante de la agrupación kirchnerista Tupac Amaru, mientras empapelaba los muros del centro médico con carteles en los que podía leerse "Avanti morocha, estamos con vos" ante la atenta mirada del personal de seguridad.

"Estamos aquí para hacerle el aguante a la presidenta por toda la ayuda que nos ha dado y lo generosa que es Argentina con los extranjeros", señaló la boliviana Silvina Andia, residente desde hace 18 años en Buenos Aires.

En la puerta principal del sanatorio, algunos simpatizantes depositaban además flores, estampitas, velas y oraciones de pronta recuperación frente a un improvisado altar, presidido por el Gauchito Gil, una figura pagana de gran veneración popular en Argentina.

A primera hora de la mañana, cuando comenzó la operación, los militantes guardaban un respetuoso silencio, que se fue quebrando por los nervios con el pase de las horas.

Los gritos esporádicos de "Fuerza Cristina" dieron paso a cánticos, vítores y plegarias religiosas megáfono en mano al conocerse, poco después de las once de la mañana (14.00 GMT), que la intervención quirúrgica había concluido.

"Que se sienta, que se sienta, el apoyo a nuestra presidenta", vociferaban detrás de las vallas de seguridad decenas de personas, entre las que podían verse pancartas de agrupaciones kirchneristas, banderas argentinas y camisetas con la imagen de la mandataria abrazada a Néstor Kirchner, su difunto marido y predecesor en el cargo (2003-2007).

Los militantes desoyeron los gestos molestos de algunos familiares de pacientes, que se llevaban el dedo a la boca para reclamar silencio.

"Esto es un sanatorio, hay personas que necesitan reposo", dijo una señora visiblemente contrariada al ingresar en el hospital, al que solo tienen permitido el acceso personal sanitario y familiares y amigos previa verificación de datos.

La institución, que ha cerrado dos plantas para la presidenta, guarda un gran hermetismo sobre su estado de salud y ha dado órdenes estrictas a todo su equipo médico de no hablar con la prensa.

Junto a los mensajes de apoyo, los simpatizantes corearon también consignas contra los medios de comunicación enfrentados con el Gobierno argentino, en especial el grupo Clarín, y reclamaron a la presidenta que no dé "ni un solo paso atrás" en su proyecto político.

La Fundación Favaloro repartió a los periodistas un parte médico en el que se informó de que Fernández "evoluciona favorablemente" en la unidad de cuidados intensivos del hospital, una información que la multitud congregada allí se aprestó a fotografiar con sus teléfonos móviles y a compartir a través de las redes sociales.

Desde cuidados intensivos, la mandataria será trasladada a una habitación común y una vez reciba el alta médica deberá guardar reposo durante un plazo de entre 30 y 45 días.

Cristina Fernández, de 60 años, se sometió a otra operación quirúrgica en enero de 2012, en la que le fue extirpada la glándula tiroides.