La elección de socio de coalición para la canciller alemana Angela Merkel es dos semanas después de las elecciones una cuestión abierta, un juego a tres bandas en el que las dos alianzas posibles presentan riesgos y ventajas para sus potenciales integrantes.

La líder de la Unión Cristianodemócrata (CDU) ganó de forma clara en los comicios del 22 de septiembre, pero no logró una mayoría absoluta por apenas cinco escaños y sus hasta entonces socios de gobierno, los liberales, se quedaron fuera del Bundestag (cámara baja).

Así, con cierto regusto agridulce, la canciller decidió girarse hacia las dos formaciones de centro presentes en el nuevo parlamento (descartada por principios la cuarta, por izquierdista), el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) y Los Verdes, para forjar una coalición, aunque no sea la constelación ideal.

A favor de los socialdemócratas -con los que empieza a negociar hoy- cuenta, según el criterio de la CDU, su flexibilidad ideológica y las dos previas "grandes coaliciones" que han tenido lugar en la República Federal Alemana (RFA), que rindieron con relativa eficacia y resultaron estables.

Los veteranos en la jerarquía cristianodemócrata perciben además a los socialdemócratas como más fiables que Los Verdes, con los que la CDU no ha tenido ninguna experiencia a nivel federal.

Otro factor a favor de los socialdemócratas es su poder en el Bundesrat (cámara regional), ya que están presentes en los gobiernos de al menos 13 de los 16 "Länder" (Hesse está formando ejecutivo), y una "gran coalición" limitaría el bloqueo en esa cámara.

Además, una "gran coalición" entre los dos grandes partidos cuenta con un mayor apoyo por parte de los alemanes que cualquier otro tipo de alianza, según las encuestas.

No obstante, el SPD cuenta con un peso en el Bundestag mucho mayor que los ecologistas, un 25,7% de los votos frente a un 8,4%, lo que obligaría a la CDU a ceder a muchas más pretensiones de los socialdemócratas a nivel programático -como la controvertida subida de impuestos para los más ricos- y también más ministerios.

Mientras, Los Verdes serían un socio minoritario en teoría más manejable y con menos capacidad para exigir, aunque en cierta medida impredecible.

A la falta de experiencias comunes previas se suma la profunda inminente renovación de los dirigentes, que han anunciado el abandono de sus cargos tras la pérdida de un millón de votos entre los comicios de 2009 y los de este año.

Por otra parte, tanto el SPD como Los Verdes recelan de formar un gobierno de coalición con Merkel porque implicaría demasiadas cesiones programáticas -con la consiguiente sangría de votos en las próximas elecciones- y desestabilizaría a sus formaciones.

Tras la "gran coalición" de la primera legislatura de Merkel (2005-2009), el SPD cayó un 11% y obtuvo su peor resultado electoral, un 23% de apoyos.

No obstante, las direcciones de ambos partidos están dispuestas a negociar con la canciller, pese a algunas reticencias de sus direcciones y a la negativa mayoritaria de sus bases.

Las cúpulas ven al alcance de la mano el poder, con su inefable erótica y posibilidades, y sopesan si las posibilidades de entrar en el ejecutivo sobrepasan las potenciales consecuencias negativas.

Para Los Verdes resultaría tremendamente atractivo pilotar el "Energiewende", el proceso de transición del modelo energético que lleva a cabo Alemania y que implica el "apagón" de las nucleares y el despegue de las renovables.

Para el SPD, entre seis y ocho ministerios -según los cálculos de diversos medios locales-, entre ellos Exteriores, Economía y Trabajo, además de la Vicecancillería, significa volver a sentirse partido de gobierno tras una legislatura en la oposición.

La Unión teme además que, independientemente de por quién se decidan finalmente, su socio minoritario amenace de vez en cuando con romper la coalición y buscar un tripartito de izquierdas (SPD, Los Verdes y La Izquierda), que también sumaría mayoría absoluta.

Los períodos de negociación de un acuerdo de coalición en Alemania han oscilado en las últimas seis elecciones entre los 30 días de 1998 -que acabaron en un gobierno de socialdemócratas y verdes- y los 65 días de 2005, que dieron pie a la "gran coalición" entre la Unión y el SPD de la primera legislatura de Merkel.