El ala más reformista de China se muestra expectante ante la celebración del llamado "tercer plenario" el próximo octubre, un encuentro político de los nuevos líderes del país tradicionalmente propenso al anuncio de grandes cambios en el terreno económico y social.

La tercera sesión plenaria más emblemática se celebró en 1978, dentro del XI Congreso del Partido Comunista de China (PCCh), en la que Deng Xiaoping se asentó en el poder tras una época convulsa y marcó los inicios del proceso de "reforma y apertura", una liberalización que ha tenido un éxito indiscutible en lo referente al aumento de la riqueza del país.

Ahora, tras décadas de un crecimiento por encima de los dos dígitos, China se enfrenta a un necesario cambio de su modelo económico -hasta ahora basado en su competitividad exterior- que otorgue más protagonismo al consumo interno para convertirse en un país desarrollado.

Varios analistas aseguran que el inicio de los ajustes podría producirse el próximo octubre, un momento en que "tras un año en el cargo, los líderes políticos habrán afianzado su poder y llegado a un consenso sobre cómo avanzar", aseguró Li Dongxiao, director de la oficina de Economía del departamento internacional del Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh).

Según el portal de noticias Caixin, el Gobierno central ya ha creado siete grupos de trabajo para elaborar planes de reforma en las finanzas, el sistema fiscal, la tierra, los precios de la energía y las materias primas, la burocracia y el sistema de permisos de residencia o "hukou" con el objetivo de que estos ámbitos dependan más del mercado y menos del Partido-Gobierno.

"Hasta ahora solamente hemos visto eslóganes de Xi Jinping -presidente- y Li Keqiang -primer ministro-, y creo que en octubre veremos un plan importante para los próximos cinco años", aseguró el profesor de Economía y Finanzas de la Escuela de Negocios China-Europa (CEIBS), Xu Bin.

"Las reformas deben basarse en las leyes que impone el mercado", explicó Xu, quien consideró que la liberalización de las tasas de interés y de los tipos de cambio, la adaptación de los precios de la energía para que reflejen más su coste y la entrada de empresas privadas en sectores como el ferrocarril, las finanzas o las telecomunicaciones son los cambios "más urgentes".

Varios expertos consultados han mostrado cierto "optimismo" en que el Ejecutivo chino vaya hacia esa vía, a pesar de los influyentes grupos de interés que se han creado -especialmente en las empresas estatales- durante los años de crecimiento a golpe de inversión y estímulo y que, con los cambios, perderían sus privilegios.

Una de los primeros señales de cambio llegó la semana pasada, cuando una crisis de liquidez en el sector bancario disparó la alarma de una posible crisis crediticia en China.

El Banco Central de China, muy probablemente guiado por el primer ministro Li Keqiang -máximo impulsor de las reformas-, decidió no actuar directamente para aliviar la escasez de efectivo y, en un gesto inédito, instó a las entidades financieras del país -empresas estatales- a controlar la expansión del crédito y mejorar su gestión del efectivo.

"Esto no hubiera sido posible bajo el mandato del anterior presidente, Hu Jintao, que ya habría inyectado dinero para estimular la economía y disipar las preocupaciones", subrayó el profesor Xu.

"Parece que los nuevos líderes están dispuestos a sacrificar unas décimas de crecimiento a corto plazo para que hayan cambios en el sistema económico, o al menos se mueven hacia esa dirección", añadió el experto.

China creció un 7,8 por ciento en 2012, la tasa más baja de los últimos trece años, y en lo que va de año los indicadores muestran una cierta debilidad en la segunda economía mundial, por lo que se espera una tasa de aumento parecida -o incluso menor- para este ejercicio.

"El reto es mucho mayor ahora que antes", aseguró Xu en referencia a las reformas que llevó a cabo Deng Xiaoping. "Ahora China ya no puede tomar el camino fácil, basado en la mano de obra barata, la inversión o la imitación de tecnología, que ya pierde fuerza".

"Se trata de un nuevo modelo de crecimiento que no es el natural para la economía china. Tendremos que ser pacientes y hacer sacrificios", concluyó.