La llegada del ex vicepresidente del BCE Lukás Papadimos al poder en Grecia y el encargo al excomisario Mario Monti de formar gobierno en Italia se justifica desde Bruselas como una "solución" transitoria para la aplicación de los ajustes que permita a ambos países recuperar la confianza de los mercados.

Monti y Papadimos deberán liderar sendos gobiernos de transición tras las caídas de Silvio Berlusconi y Yorgos Papandréu, abrasados por la crisis de la deuda soberana, aunque la convulsión económica ya se ha llevado por delante a varios gobiernos comunitarios, eso si tras el correspondiente paso por las urnas.

El recurso a Monti y Papadimos, con claro perfil de tecnócratas y estrechas vinculaciones a las instituciones comunitarias y a otras esferas del poder económico, no parece casual, sino que a todas luces responde a la necesidad de restaurar la confianza entre los propios socios europeos con la vista puesta siempre en los mercados.

La Comisión Europea niega haber influido en los nombramientos, pero celebra que ambos países estén dando forma a "gobiernos de unidad nacional", ya que ésta es la única vía para sacar adelante las "duras, pero necesarias" medidas de ajuste que la UE exige a cambio de su apoyo, según dijo hoy su portavoz, Pia Ahrenkilde.

"Los gobiernos de unidad nacional son necesarios porque son los únicos que tiene la legitimidad suficiente para presionar en favor de las duras medidas que están en la agenda", coincidió Marco Incerti, un analista del Centro de Estudios Políticos Europeos (CEPS, con sede en Bruselas).

Según Incerti, ni Papandréu ni Berlusconi podían ya lograr el apoyo político necesario para sacar los ajustes adelante, "por eso se necesitan tecnócratas".

"El hecho de que Monti o Papadimos sean cercanos al círculo de la UE no es ni una sorpresa ni una coincidencia", asegura Incerti, quien recuerda que ambos tienen gran talento, pero además son "interlocutores creíbles" tanto para los demás socios europeos como para los inversores del norte de Europa.

Para Incerti, "la elección de estas personalidades es en sí misma es parte de las medidas, junto con las reformas que tienen que llevar a cabo".

Los analistas de Barclays están de acuerdo en que "un gobierno tecnócrata tendrá más oportunidades de éxito para la aprobación parlamentaria de medidas estructurales", aún así, aseguran, será difícil para países como Italia recuperar por completo la confianza de los mercados.

"La reforma de la política italiana es una condición necesaria para estabilizar los mercados de deuda a tipos de interés sostenibles", recalcan en un comentario hecho público hoy.

Desde el Ejecutivo comunitario, el portavoz de Asuntos Económicos, Amadeu Altafaj, dijo hoy que "la estabilidad política es un valor importante", pero que las soluciones en Italia y Grecia son un "parche temporal" y, en cualquier caso, no son una "garantía de estabilidad permanente".

Asimismo, incidió en que "no se puede meter a ambos países en el mismo saco", ya que Grecia está bajo un programa de rescate y tiene una base económica mucho más débil que Italia.

Las caídas de Berlusconi y Papandréu se suman a las de Gordon Brown en Reino Unido; Brian Cowen en Irlanda; José Sócrates en Portugal y a la convocatoria de elecciones anticipadas en España (con la victoria del opositor Partido Popular, segun las encuestas) y Eslovaquia, todas ellas relacionadas con la crisis económica.

La crisis de la deuda ha hecho tambalearse también a los gobiernos del eje franco-alemán.

La canciller alemana, Angela Merkel, ya salió mermada en varias elecciones regionales en su país durante el último año y afronta los comicios de 2013 con sondeos que atribuyen a su coalición de centroderecha un escaso 35 % de intención de voto frente al 47 % de una hipotética alianza de socialdemócratas del SPD y Los Verdes.

En Francia, también empiezan a soplar vientos del cambio, sobre todo después de la histórica mayoría absoluta conseguida por la izquierda francesa en el Senado, algo nunca visto desde la fundación de la V República en 1958.

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, tendrá que medirse en las próximas elecciones con el recién elegido candidato socialista François Hollande, pero las encuestas ya revelan que seis de cada diez franceses creen que el actual presidente perderá en una eventual segunda vuelta en las elecciones de 2012.