El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, salió reforzado tras su discurso de la pasada noche sobre el tiroteo de Tucson (Arizona), en el que lanzó un llamamiento a una nueva era política "más civilizada" y de mayor unión.

Las reacciones hoy al discurso en la Universidad de Arizona en Tucson han sido mayoritariamente positivas, en todo el espectro político.

Uno de los principales críticos del presidente, el comentarista conservador Glenn Beck, declaró en la cadena "Fox News" que "éste es probablemente el mejor discurso que haya dado, y con toda sinceridad, gracias, señor presidente, por convertirse en el presidente de Estados Unidos de América la pasada noche".

Por su parte, el diario "The New York Times" considera en su editorial de hoy que la alocución de la pasada noche "posiblemente fue uno de los mejores y más alentadores discursos" de Obama.

El presidente estadounidense tenía ante sí una misión compleja en la ceremonia de homenaje a las víctimas, seis muertos y catorce heridos, en el tiroteo del pasado sábado: consolar a los ciudadanos, sin caer en la sensiblería, y ofrecer motivos de esperanza.

Según los comentaristas, lo logró. Un presidente al que se le había criticado en varias ocasiones por ser demasiado cerebral y no conectar con los ciudadanos se mostró claramente implicado en su alocución.

"En un momento en el que nuestro discurso se ha polarizado tan drásticamente, cuando estamos demasiado dispuestos a echar la culpa de todo lo malo en el mundo a quienes piensan de modo diferente, es importante que paremos un momento y nos aseguremos de que nos hablamos los unos a los otros de manera que cure, no que hiera", instó el presidente estadounidense.

Obama conmovió a los presentes cuando reveló que la congresista Gabrielle Giffords, el objetivo principal del ataque del sábado según la policía y herida en la cabeza, había abierto los ojos por primera vez el miércoles.

E hizo saltar las lágrimas -él mismo tuvo que contener la respiración y carraspear para poder seguir adelante- al recordar a la fallecida más joven en el ataque, Christina Taylor Greene, de nueve años.

"Si hay charcos en el cielo, hoy Christina está chapoteando en ellos", declaró Obama, mientras los presentes prorrumpían en aplausos.

Pero, sobre todo, lanzó un llamamiento para dejar de lado la retórica combativa y partidista que ha caracterizado la política estadounidense en los últimos tiempos, y que amenazaba con agravarse más aún tras el tiroteo del sábado y el debate sobre los supuestos motivos del atacante.

"Quiero que vivamos según sus expectativas. Quiero que nuestra democracia sea tan buena como (Christina) la imaginó. Todos nosotros debemos hacer cuanto podamos para garantizar que nuestro país cumple las expectativas de nuestros hijos", declaró.

Obama se había implicado muy personalmente en la redacción de este discurso, que siguió corrigiendo hasta el momento de llegar a Tucson.

El discurso contribuye a lo que es una incipiente recuperación del presidente estadounidense en las encuestas, tras los logros legislativos el mes pasado en el Congreso -incluido un acuerdo con los republicanos sobre recortes de impuestos- y sus llamamientos a la colaboración bipartidista desde entonces.

Un sondeo que publica hoy la Universidad Quinnipiac indica que la mayoría de los votantes cree que Obama es mejor presidente que George W. Bush, o de lo que hubiera sido su rival electoral, John McCain.

La encuesta, con un margen de error del 2,4 por ciento y una muestra de 1.647 votantes, otorga a Obama una popularidad del 48 por ciento, frente al 44 por ciento que mostraba en noviembre.

Obama comenzará ahora a concentrarse en su discurso del día 25 sobre el estado de la Unión, en el que planteará sus prioridades legislativas para este año.

Para entonces, las exhortaciones a la unidad que se han multiplicado en ambos partidos probablemente se hayan acallado.

Pero, para Obama, el discurso de la pasada noche puede haber marcado un punto de inflexión en su presidencia.