Las lluvias que caen desde hace una semana en el sureste de Brasil se ensañaron ayer con la región montañosa del estado de Río de Janeiro, donde causaron al menos 150 muertos y decenas de desaparecidos y dejaron un escenario de horror.

La catástrofe, que se repite con las lluvias cada mes de enero desde hace años en el estado de Río de Janeiro, golpeó ayer con fuerza la localidad serrana de Teresópolis, a 91 kilómetros de la ciudad de Río, donde se han confirmado 114 muertes, una cifra que puede aumentar pues las labores de rescate continúan.

"Es la mayor catástrofe en la historia de Teresópolis", fundada en 1891, declaró el secretario del Ambiente del estado de Río de Janeiro, Carlos Minc, una afirmación con la que coincidió el alcalde de esa localidad, Jorge Mário Sedlacek, para quien las labores de rescate deberán continuar durante algunos días.

"No hubo distinción entre pobres y ricos al caerse las casas. Se vino todo abajo", relató a medios locales una mujer que logró escapar del derrumbe de la vivienda que ocupaba en la ladera de un cerro en Teresópolis.

Las precipitaciones que comenzaron a caer durante la noche del martes también ocasionaron desastres en las vecinas Nova Friburgo, Petrópolis e Itaipava, todas localidades de intrincada topografía en las que los muertos por las lluvias sumaban casi una treintena.

En Nova Friburgo, tres de las víctimas fueron miembros de un equipo de bomberos que participaba en labores de rescate y fueron sepultados por los escombros de un pequeño edificio que se vino abajo.

El departamento de Defensa Civil divulgó cálculos iniciales que hablan de al menos 50 desaparecidos, pero admitió que tanto esa cifra como la de muertos puede aumentar a medida que los equipos de socorro lleguen a las regiones en situación más crítica.

Según informó la propia Defensa Civil, muchos de los barrios de las ciudades afectadas permanecen incomunicados por los derrumbes, y los socorristas intentan abrirse paso entre toneladas de barro para ayudar a las víctimas y empezar las labores de búsqueda de cadáveres.

Las imágenes de televisión, tomadas desde helicópteros, muestran desde barrios enteros sepultados por el lodo, del que asomaban apenas los techos de algunas viviendas, hasta vecinos aislados que pedían socorro agitando prendas blancas.

El gobernador de Río de Janeiro, Sergio Cabral, anunció que pidió a la Marina el envío urgente de soldados especializados en rescates, así como aviones de transporte y equipos para remover el lodo, sobre todo de las carreteras.