Las protestas sociales se extendieron ayer por varias regiones de Túnez y llegaron también a la capital, donde el Gobierno, tras destituir al ministro del Interior, decretó el toque de queda nocturno, al igual que había hecho antes en otras zonas del país.

En un nuevo intento por calmar la ola de contestación social, el primer ministro, Mohamed Ghanuchi, destituyó ayer al ministro del Interior, Rafik Belhaj Kacem, y anunció que todos los detenidos desde que comenzaron las protestas a mediados de diciembre serían puestos en libertad.

Además, Ghanuchi prometió la creación de una comisión de investigación sobre la corrupción en las estructuras del poder, demandada largamente por los partidos de oposición y las organizaciones sociales.

Pero las promesas del Gobierno, al igual que la intervención el lunes del presidente del país, Zine el Abidine Ben Alí, que se comprometió a crear 300.000 puestos de trabajo, no han logrado hasta el momento desactivar las protestas, sino más bien lo contrario.

Los disturbios alcanzaron desde la noche del martes la capital del país y se extendieron también ayer a otras zonas hasta ahora tranquilas como las provincias del sur de Kebili y Douz o el oasis de Tozeur, además de intensificarse en las regiones de Gafsa y Kaserín, donde se originó la contestación.

En la capital, las protestas y los choques con las fuerzas de seguridad se sucedieron en los barrios pobres del extrarradio como el de la Cité Etadamen, donde más de mil jóvenes se manifestaron, quemaron autobuses y asaltaron numerosos comercios y sucursales bancarias.

También en los barrios de Le Kram y la Goulette, a menos de cuatro kilómetros de Cartago, donde se encuentra el Palacio Presidencial, se lanzaron cócteles molotov y hubo enfrentamientos con las fuerzas policiales.

Unidades del Ejército integradas por soldados, camiones y vehículos blindados tomaron ayer por primera vez posiciones en Túnez, especialmente en torno a los edificios oficiales de las grandes avenidas del centro y en algunos barrios pobres como la Cité Etadamen e Intilak.

Según informaron fuentes sindicales y de los partidos de oposición, en tres barrios de la zona norte de la capital decenas de jóvenes se enfrentaron con piedras y cócteles molotov a las fuerzas de seguridad.

En la zona industrial de Ben Arous los manifestantes atacaron el Palacio de Justicia con artefactos incendiarios, mientras que en el barrio de Hamman El Inf, a siete kilómetros de la capital, las fuerzas antidisturbios cargaron con gases lacrimógenos contra varias concentraciones de protesta.

Centenares de jóvenes que gritaban consignas contra el régimen intentaron acceder a la céntrica avenida Habib Burguiba cuando fueron dispersados por las fuerzas antidisturbios con el empleo de gases lacrimógenos.

Cifras de fallecidos

Poco después el Ministerio del Interior decretaba el toque de queda en la capital y los barrios del extrarradio entre las 20 horas y las cinco de la madrugada, al igual que había hecho días antes en las regiones de Kaserín, Gafsa, Beja y Telab.

Por otra parte, en la cuenca minera de Gafsa, en el centro oeste del país, se reanudaron los enfrentamientos, que la noche del martes dejaron como resultado siete muertos, según fuentes sindicales.

El Gobierno ha reconocido hasta el momento 21 muertos en todo el país desde que comenzaran las protestas el 17 de diciembre, mientras que los partidos de oposición y los sindicatos consideran que son ya más de 50 las víctimas mortales.

Las fuerzas de la oposición celebraron ayer una conferencia de prensa conjunta en la que criticaron la "violenta represión" de las manifestaciones de protesta y demandaron al Gobierno que establezca un diálogo nacional entre todos los sectores políticos y sociales del país.

El secretario general del movimiento Etajdid, Ahmed Brahim, denunció el "fracaso de la política gubernamental, incapaz de comprender las demandas populares" y aseguró que en una provincia del sur se produjeron otros tres muertos la madrugada de ayer.