El régimen comunista de Vietnam comenzó hoy a debatir la futura política para este país con una economía sobre la que acechan amenazas, tras dos décadas de robusto crecimiento y aumento de la desigualdad social.

Con motivo del congreso nacional del Partido Comunista, un evento que se celebra cada cinco años, los estandartes y banderas con la hoz y el martillo comparten desde hace días espacios en la calle con los carteles publicitarios que mantienen la fiebre consumista.

En Hanoi y mientras unos 1.400 delegados del partido escuchaban los primeros discursos de sus dirigentes flanqueados por un enorme busto de Ho Chi Minh, el padre de la revolución, los nuevos ricos hacían sus compras en las boutiques ajenos a la inflación que castiga los bolsillos de los vietnamitas de a pie.

La consigna de este congreso, que arranca con la reafirmación de mantener la ortodoxia política, es conseguir que en el plazo de una década Vietnam se convierta en un "país moderno e industrializado" según el primer ministro, Nguyen Tan Tung.

Pero la situación económica de Vietnam no es hoy la misma que la de bonanza que vivía durante la celebración del anterior congreso del partido, en 2006.

La economía de este país indochino que crece a un ritmo anual del 7 por ciento, registra una inflación de hasta el 12 por ciento, que merma la capacidad adquisitiva de los trabajadores y eleva los precios de los productos básicos.

Por otro lado, el banco nacional mantiene el cambio oficial del dong vietnamita por encima de su valor real a pesar de que desde noviembre de 2009 lo ha devaluado en tres ocasiones, razón por la cual la mayor parte de las divisas que entran en país van al mercado negro.

Las deliberaciones del partido, que al igual que en congresos anteriores declarará su lucha contra la enquistada corrupción que sufren desde el vendedor ambulante hasta el ejecutivo de gran empresa, llegan pocas semanas después de que surgiera el escándalo Vinashin.

El astillero Vinashin, una de las mayores empresas estatales, se declaró insolvente el pasado diciembre tras acumular hasta junio anterior una deuda de 4.500 millones de dólares, que representan el 4,5 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) de Vietnam, en 2009.

La responsabilidad de este escándalo que hizo que se tambaleara toda la estructura corporativa del Estado, se la atribuyó el primer ministro, quien durante el congreso buscará el apoyo del partido para su reelección y llevar a cabo en caso de que le mantenga la confianza, una profunda reforma en el sector público.

"La reforma del conglomerado empresarial del Estado es clave para una economía de mercado", ha dicho el primer ministro.

Durante las pasadas décadas de apertura económica mezclada con una política comunista que hace que se asemeje a la que desarrolla la vecina China, el gobierno de Hanoi ha conferido al entramado de empresas públicas el papel de ariete con el que abrir Vietnam a la senda de la prosperidad.

A pesar de que los dirigentes del país proclaman la virtudes del libre mercado, en la economía vietnamita se percibe que el gobierno da un trato preferente a las empresas estatales, en detrimento de las privadas que se expanden y aumentan sus beneficios.

"Si las empresas estatales retienen un papel primordial en la economía, eso será contrario al punto de vista que el partido dice que tiene acerca de la competitividad libre y justa", señaló Le Dang Doannh, ex director del Instituto Central para la Investigación de la Gestión Económica, entidad ligada al gobierno.

Según datos oficiales, cerca del 40 por ciento de la inversión que se concreta va destinada a las compañías del Estado, pero estas generan únicamente el 25 por ciento del producto interior bruto (PIB) vietnamita.

El evento de nueve días de duración servirá también para elegir a los 181 miembros del comité central del partido y reemplazar al actual secretario general, Nong Duc Manh, de 71 años, así como al presidente de Vietnam, Nguyen Minh Triet, de 68 años, que han expresado su intención de retirarse.