La canciller alemana, Angela Merkel, y su coalición de Gobierno sufrieron ayer a lo largo de tres votaciones en la Asamblea Federal para conseguir imponer a su candidato, el cristianodemócrata Christian Wulff, como nuevo presidente de Alemania, el máximo mandatario más joven en la historia del país.

Lo que debía haber sido un puro trámite que confirmara la nueva cohesión en las filas de la coalición formada por cristianodemócratas (CDU), socialcristianos bávaros (CSU) y liberales (FDP) se convirtió en una pesadilla para Merkel y los líderes de sus aliados políticos.

Los estrepitosos fracasos de Wulff en las dos primeras vueltas de la elección constataron que, lejos de unir filas, la división y la polémica reinan entre los partidos gobernantes, en crisis permanente desde las elecciones legislativas del pasado septiembre, tras las que acordaron coaligarse.

Aunque Merkel y sus aliados desvincularon días antes el futuro de la coalición de la elección del nuevo presidente, para los observadores políticos la agonía de más de nueve horas sufrida ayer en el Reichstag deja aún mas tocado al Ejecutivo germano.

Un total de 625 de los 1.242 miembros de la Asamblea Federal presentes en el último escrutinio dieron su voto a Wulff, mientras su rival, el independiente Joachim Gauck, propuesto por la oposición socialdemócrata, logró 494 apoyos, según anunció el presidente de la Cámara, Norbert Lammert.

Sin embargo, 44 representantes de los partidos de la coalición de Merkel negaron su respaldo a Wulff, de 51 años, en la primera votación, 29 en la segunda y 19 en la tercera, pese a que esas formaciones contaban desde el comienzo con una teórica mayoría de 21 votos para imponer a su candidato desde el principio.

Angela Merkel, Horst Seehofer -líder de la CSU y presidente de Baviera- y Guido Westerwelle -presidente del FDP, vicecanciller y titular de Exteriores- asumieron con cara de pocos amigos los resultados adversos de las dos primeras votaciones, prueba de que no controlaban a sus propios y respectivos correligionarios.

Merkel hizo un llamamiento urgente a la unidad y advirtió sobre las consecuencias para la coalición de Gobierno de un nuevo fracaso de Wulff, en la reunión previa a la tercera votación con los representantes de CDU, CSU y FDP.

La tercera vuelta de la elección presidencial fue un duelo entre Wulff y Gauck, tras la retirada de los candidatos por parte del partido de La Izquierda, que presentaba a la periodista Lukretia Jochimsen, y el ultraderechista NPD, que concurría con el cantautor neonazi Frank Rennikke.