El presidente derrocado de Kirguizistán, Kurmanbek Bakíev, advirtió hoy de que si el nuevo gobierno de confianza popular trata de detenerle, habrá un derramamiento de sangre.

"Que lo intenten. Correrá sangré", dijo Bakíev durante un mitin en su pueblo natal, en el sur del país, informó desde Biskek la agencia rusa Interfax.

En la primera aparición en público del depuesto presidente desde que abandonara la capital kirguís el pasado miércoles, Bakíev estuvo acompañado por sus familiares más cercanos, entre ellos su hermano Dzhanibek, jefe de seguridad del presidente.

El primer viceministro del nuevo gobierno, Almazbek Atambáyev, señaló, por su parte, que las nuevas autoridades no reconocen la legitimidad del depuesto Bakíev y anunció que preparan una operación especial para su detención, aunque subrayó que no quieren "que corra aún más sangre".

Agregó que Bakíev no es popular en la región de Jalal-Abad y que incluso allí "están dispuestos a darle un puntapié".

"Pero no queremos que muera gente inocente", subrayó Atambáyev, quien agregó que el presidente depuesto está protegido por gente armada.

Además, señaló que "nadie votó a Bakíev" y que su familia actuó "al margen de la ley".

"Si alguien considera que las elecciones presidenciales (del 23 de julio de 2009) fueron legales y legítimas, que consulte el informe de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE)", en el que se concluye que no se correspondieron con los estándares democráticos, agregó.

El mitin de apoyo al presidente derrocado reunió a unas mil personas, principalmente mujeres mayores y de mediana edad que gritan "Bakíev, nuestro presidente" y portan pancartas con el lema "El presidente es válido, fuera las manos del presidente legítimo".

La capital kirguís, Biskek, fue escenario la semana pasada de violentos enfrentamientos entre los cuerpos de seguridad y manifestantes antigubernamentales, que causaron al menos 81 muertos y más de 1.500 heridos.

Tras la huida del derrocado presidente de la capital kirguís al sur del país, la oposición asumió el poder y formó un gobierno de confianza popular, encabezado por la líder opositora Rosa Otunbáyeva.