Grecia decidió ayer apretarse aún más el cinturón para cumplir la exigencia de la UE de reducir su abultado déficit, al tiempo que advirtió de que recurrirá al FMI si no recibe el apoyo que necesita de los Veintisiete.

El primer ministro griego, Yorgos Papandréu, cumplió con lo que sus socios europeos esperaban y lo que la población griega teme: dio un paso más en su estrategia de austeridad para reducir el gasto público y aumentar los ingresos.

"A partir de hoy el problema no se puede pintar griego... Hemos cumplido de so-bra con lo que debemos hacer", dijo el jefe del Gobierno griego al término de la reunión del Consejo de Ministros.

"Es una hora histórica para Europa. Si no responde y si tampoco responden los mercados en la forma deseada debido a la conducta especulativa, entonces la solución final será el Fondo Monetario Internacional (FMI)", añadió.

De forma similar se manifestó el ministro de Finanzas, Yorgos Papaconstantinos, al señalar que "Grecia no puede cerrar todas las puertas. Es obvio que quiere apoyo comunitario, pero la versión del FMI no se puede descartar". Con el plan de choque aprobado ayer, el Ejecutivo griego pretende ahorrar unos 4.800 millones de euros para sanear la maltrecha economía griega, que acumula ya una deuda de más del 110% del Producto Interior Bruto (BIP) y un déficit del 12,7 por ciento.