El joven nigeriano Umar Farouk Abdulmutallab se declaró ayer no culpable de los cargos que se le atribuyen por el ataque terrorista fallido el día de Navidad en un avión de Delta-Northwest, que viajaba de Amsterdam a Detroit, y que le podrían acarrear cadena perpetua.

El sospechoso compareció ayer en Detroit (Michigan), durante unos minutos ante el juez Mark Randon para escuchar los seis cargos que se le atribuyen por el intento de atentado, el más grave de ellos el intento de uso de armas de destrucción masiva.

Además se le acusa de intento de asesinato, así como de intento de homicidio en el interior de una nave aérea dentro de la jurisdicción de EEUU, y de tratar de instalar un artefacto explosivo y de estar en posesión de un arma en la comisión de un crimen violento.

El nigeriano se mantuvo prácticamente en silencio durante su comparecencia, aunque respondió a algunas preguntas del juez. Así, respondió afirmativamente en inglés cuando fue preguntado si entendía los cargos que pesan sobre él.

El magistrado también preguntó al sospechoso, que resultó herido con quemaduras de diversa consideración al intentar activar el artefacto explosivo, si había tomado alguna medicación en las últimas 24 horas.

Le espera la perpetua

Abdulmatallab, que según los periodistas presentes se mostró sereno y que cojeaba levemente, reconoció que había tomado algunas pastillas, pero que eso no le impedía entender los cargos que se le habían formulado.

El juez preguntó a su abogada, Miriam Sefer, si daba su consentimiento para que el acusado siguiera recluido en una prisión cerca de Ann Arbor, en Illinois (EEUU), a lo que no puso objeciones.

Acto seguido, la abogada informó a la sala de que su defendido permanecería a partir de entonces en silencio, y entregó al juez la declaración de no culpabilidad en los seis cargos.

Entre otros cargos, está acusado de tratar de detonar en el interior del vuelo de Northwest con destino a Detroit un arma de destrucción masiva. De ser hallado culpable, se enfrenta a una condena de cadena perpetua de más 90 años de cárcel, según fuentes jurídicas consultadas por la prensa local.

Aunque se declaró no culpable, los expertos ven poco probable que el caso vaya a juicio, dado que el sospechoso reconoció en el propio avión a los pasajeros y a la tripulación que tenía intención de hacerlo explotar.