El papa Francisco ha hecho saber a la Gendarmería de la Guardia Suiza que quiere una relación directa con la gente y ello comporta "no tener una seguridad absoluta, y sí un acto de confianza en las personas", dijo el portavoz del Vaticano, el jesuita padre Federico Lombardi.

Cada ceremonia multitudinaria, el papa Francisco pasea sin protección alguna en el papamóvil al descubierto, entre una muchedumbre que lo aclama y le pide bendiciones, además de pasarle los bebés para que los bese y bendiga. El pontífice Francisco se ha convertido en un fenómeno de masas como lo demuestran las cifras, en las catorce primeras audiencias de Benedicto XVI (2005-2013) se contabilizaron 150.000 fieles, mientras que en las del papa Francisco ya se elevan a 800.000 personas. Su estilo austero, su lenguaje directo, su actitud, la novedad de su tipo de vida tocan en profundidad y suscitan un gran interés, un gran entusiasmo, porque saber comunicar con la palabra y con gestos tan directos el amor de Dios "conmueve a todas las personas humanas creyentes y las llamadas no creyentes", señaló Lombardi.

El pontificado de Francisco ha significado un giro de 180 grados en el Vaticano con respecto al de su antecesor, el papa teólogo Benedicto XVI. De los fríos apartamentos pontificios Francisco ha pasado a la residencia de Santa Marta en el Vaticano, que consta de 106 suites, 22 habitaciones individuales y un apartamento de 90 metros cuadrados, donde Jorge Mario Bergoglio dispone de un recibidor, un salón con un sofá y dos butacas, un escritorio y una librería, un dormitorio y un baño.

La proximidad de la residencia de Santa Marta con la calle Estación vaticana, que se encuentra al otro lado del muro del Vaticano, ha obligado a vaciar un aparcamiento en esa vía por razones de seguridad. El papa, según sus propias palabras, se encuentra feliz entre los residentes que son, en su mayoría, eclesiásticos de la Secretaría de Estado y los obispos de todo el mundo que llegan a Roma, porque no le gusta vivir solo.

"Tengo necesidad de vivir entre la gente, y si viviera solo no me haría bien. Es una cuestión psicológica", respondió a la pregunta de una niña en el Vaticano. Aunque, según Lombardi, el papa Francisco -a diferencia de Benedicto XVI- es poco amigo de pasear por los jardines vaticanos, se presenta de improviso en el atrio, acude al comedor y se sienta en el desayuno, comida o cena allá donde haya un lugar con su bandeja en la mano. No se queja de la "comida continental" que preparan seis hijas de la caridad de San Vicente de Paul bajo las órdenes, al igual que la residencia, de monseñor Salvatore Ricca, a quien el papa nombró prelado ad interim del Instituto para las Obras de Religión (IOR) y con quien el papa Francisco charla habitualmente.

La jornada del papa argentino comienza a las 04:45 hora local (02:45 GMT) y enseguida reza y prepara la homilía de la misa que a diario oficia en la residencia a las siete de la mañana. Después comienza la jornada de trabajo como jefe de Estado y líder espiritual de 1.200 millones de católicos, hasta la hora del almuerzo.

Además de recibir y tratar con los más poderosos del mundo, su trabajo también consiste en enviar tuits y en llamar por teléfono a personas que atraviesan situaciones difíciles, a las que trata de reconfortar. Después de un breve reposo, regresa a sus tareas y cena a las 19:30 hora local (17:30 GMT) y a las 20:00 horas, Santa Marta duerme.

Según Lombardi, mantiene una relación personal extremadamente cordial con el papa emérito Benedicto XVI, tan diferente a él y de quien dijo que era como tener al abuelo en casa, aunque con un tono muy respetuoso.