El proyecto del restaurante Noi, en la santacrucera calle Santa Teresita, desprende un aroma muy personal. Es algo que se percibe a simple vista. El propio nombre, que significa "nosotros" en italiano, ya da idea de un trabajo en común.

La decoración, obra de un amigo arquitecto, participa también de esta misma filosofía. Los materiales se han rescatado de otros: las vigas de madera que cruzan el techo, antes formaron parte del suelo de un porche; las estanterías son encofrados; la piedra y el metal; las lámparas simulando gotas de agua y una pared que se abre al arte, a cualquiera que desee exponer su obra.

El chef Pablo Amigó comenzó en el oficio en Barcelona, con unos cursos de varias horas semanales, pero la verdadera raíz la encontró en Italia, que dice es su casa. De ahí procede su mujer y en ese país ha encontrado la verdad de la cocina: en la forma que tienen de cocinar; el trato y el cariño que le dan al producto; la importancia que supone el acto de comer en las casas...

Pero el objetivo de todo no es otro que "tener una vida mejor. Es el sueño que siempre deseé hacer realidad: ser cocinero", un propósito que ha convertido en la búsqueda del placer en torno al eje que representa la cocina.

A su juicio, en España "hay un continuo bombardeo de modas y tendencias" que en nada lo convence, mientras que en Italia, la tradición representa "el fundamento desde el que nace todo: la base". Y aunque considera que su cocina está sujeta a múltiples influencias, se niega a encasillarla en un concepto determinado. "Es muy difícil identificarla con un estilo". Eso sí, reconoce que utiliza técnicas francesas, que de Italia le viene su acercamiento a las pastas y que también aparece el jeito canario, pero sostiene que su manera de cocinar es "propia" y que, lejos de estar pensada, se deja llevar.

La carta la cambia con frecuencia, al ritmo de los impulsos que le marcan los productos que trae de sus incursiones diarias al mercado. "Siempre hay platos nuevos".

Noi ofrece al cliente la posibilidad de degustar dos tipos de menús: corto y largo, que está compuesto por once platos. Algunas de las propuestas, un foie micuit, puré de pera, vainilla y jengibre, couer de guanaja y frutos secos, "que maridamos 24 horas con sal, azúcar y pan cortado y se cocina a baja temperatura", un plato que dice Pablo Amigó "gusta mucho". Y sostiene que "lo que hacemos aquí es sano" y pone el ejemplo de cómo salan los productos a partir de reducciones.

Otro plato estrella es la lengua de ternera laqueada con hinojo y berro capuchino, hierbas que el propio chef recolecta en los montes. "Tardamos tres días en prepararla; la cocinamos 24 horas, hacemos un caldo y a la mesa".

Todo en Noi está marcado por el reposo. El tiempo parece detenido en este lugar, una pequeña joya.