Las cancelas del espacio gastronómico portuense, todo un emblema de la restauración tinerfeña y de Canarias, quedaron echadas definitivamente hace apenas dos semanas. Quedaban atrás casi veinte años de solvencia coquinaria cimentada y afianzada por el chef Jesús González, que, lejos de apelar a melancolías inútiles, reemprende ahora su "segunda juventud" en el hotel Las Madrigueras, en el Sur, tras dar por cumplido un enriquecedor ciclo profesional y personal.

Como puede intuirse, para este jefe de cocina, que ha representado a la Isla en todos los relevantes foros y cumbres internacionales, "la decisión irrevocable de dar por culminada la existencia de aquella nave fue durísima, pero, a pesar de las sensaciones agridulces, conforta que sólo haya un cambio en los puntos cardinales y que en la nueva plaza vuelva a brotar la buena cocina que caracterizó todo este tiempo a El Duende".

"Precisamente -añade González-, cuando escuché la propuesta de la propiedad del complejo hotelero, atisbé claramente la viabilidad de un proyecto que también me propiciaba más tranquilidad a la hora de crear en la cocina, dejando al lado la faceta empresarial; estoy muy contento por todo lo que supone acometer, con la cabeza despejada y mucha frescura, lo que han sido mis convicciones y pasiones. En cierto modo, reinventarme con un concepto que ya está cobrando forma en el cambio completo de la carta, en la que formulo revisiones y mejoras completas de platos que llevaban implícita mi forma de entender la cocina".

Una de las anécdotas que refresca este comentarista al chef es la que acaeció en 2010, con la visita de Ferrán Adriá -aún abierto El Bulli-, que ratificaba su parecer tras probar un menú degustación. El considerado mejor cocinero del mundo aseveró: "El Duende merecería dos estrellas Michelín". González se siente aún orgulloso de aquel comentario, pero confiesa que nunca estuvo pendiente de que pudiera "caer". "Yo me concentraba en que el comensal saliera contento y punto. Ni me planteaba ganar la estrella".

Los vericuetos de la entrevista desembocan otra vez en el punto de partida: el cierre de El Duende. González se emociona con un expresivo silencio "Más que un trabajo, significó dejarse cuerpo y alma". Eso sí, al jefe de cocina le han tonificado los mensajes de apoyo que le han llegado de sus colegas.