El chef Ferrán Adriá explicó ayer que durante los diez primeros año de El Bulli no cobró "ni un duro" y negó que engañara a su exsocio Miquel Horta, como afirman sus hijos, que le reclaman más de diez millones de euros por la compra de la parte del restaurante que perteneció a su padre. Así lo señaló Adriá en la primera sesión del juicio que se inició ayer en el Juzgado de Primera Instancia número 2 de Barcelona, donde defendió que compró sus acciones a Horta por 1,2 millones de euros para ayudarle, porque éste se lo pidió dado que necesitaba efectivo. Explicó que el empresario, que hasta 2005 poseyó el 20% de El Bulli, entró en el negocio a partir de un préstamo que concedió al restaurante y por el que cobró un interés del 11%. Los hijos de Miquel Horta consideran, sin embargo, que el considerado mejor cocinero del mundo en la última década engañó a su padre, actualmente declarado incapacitado por trastorno psíquico, al comprarle su participación a un precio ocho veces inferior al que correspondería, aprovechándose de su inestabilidad mental.