Si bien hay que convenir que sobre gustos no hay nada escrito, los fogones del restaurante la Tasca del Solomillo (C/ Esmeralda Cervantes, nº 13, esquina al puente de Salamanca; cerrado los martes; tfnos.: 922 03 46 98 / 620 73 16 29) manifiestan la habilidad de brindar platos capaces de sorprender al paladar o, de igual manera, presentar esos otros productos que requieren una cocina según marcan los cá- nones de la más pura ortodoxia.

Con Carlos Arrocha al frente, Luis entre calderos y Francis atendiendo la sala, este coqueto local santacrucero se esmera en el cuidado y la calidad del género, de tal manera que tan pronto descansa sobre la mesa un pudín de pescado, de textura suave e ideal para estos tiempos de calor, como surgen unas croquetas de chipirones, ciertamente un sabor diferente, o bien una refrescante ensalada con aguacate, gambas, salpicada de caviar, pimientos y salmón.

Lo de las gambas -también las navajas o los mejillones- es un clásico del establecimiento, preparadas con su preciso punto de sal, a buena temperatura y sin perder ese característico sabor a mar, más unos fritos de merluza que se engullen a bocados.

Pero regresando al principio, lo de la ortodoxia tiene que ver con el tratamiento de la carne de res, gustosa, con su grasa y preparada como Dios manda, descansando sobre un plato caliente que brinda al cliente la posibilidad de darle el punto de cocción que más se acomode a su paladar. Sabrosa.

Para endulzarse, un tocinillo de cielo en salsa de limón y acompañado de fresas, o un borrachito. Y un café solo, por favor... ¡Me supo!