Esta no es la primera vez que escribo que Andrés Molina es un caso excepcional; un músico al que le gusta mimar sus canciones. Si a esto le sumamos el buen criterio poético de Pedro Flores, el contenido de "Los hombres que bebieron con Dylan Thomas", el espectáculo que se programará el próximo viernes en el teatro Leal de La Laguna, es altamente recomendable. La ecuación artística la completa Samuel Labrador y el resultado estará a disposición de los consumidores de un buen producto cultural por medio de un libro-cd.

"Los hombres que bebieron con Dylan Thomas" no es un concierto más. El triángulo mágico que va crecerá en torno a Andrés, Pedro y Samuel durante una hora y media aspira a tener una repercusión fuera de este archipiélago. "Todo empezó con un cruce de ''emails'' -en el año 2010- en el que percibimos que los sonetos que había escrito Pedro podían tener una utilidad que fuera más allá de su calidad poética", comenta Andrés Molina en relación a cómo se fueron "reclutando" para este proyecto discográfico las 20 composiciones que desenrollarán sobre el escenario del Leal.

Molina explica que se trata de una puesta en escena muy sencilla. "Yo canto, los textos de Pedro son el hilo conductor del concierto y Samuel, que ha realizado labores de coarreglista, estará en el piano", precisa un creador confiesa sentirse abrumado por una empresa tan refinada. "Pedro tiene la exigencia del escritor; del autor que concibe la poesía como algo que va más allá de lo emocional", elogia sin perder de vista la alta literatura que destila Flores.

"Tengo la impresión de estar participando en algo muy grande y, por lo tanto, no sé si después de un trabajo con una exigencia tan alta seré capaz de estar a un nivel similar", destaca el Andrés Molina antes de matizar sus crisis.

Molina es un autor sin aristas; sin esas esquinas en las que se suelen quedar atrapados recuerdos difíciles de recuperar. "Yo he pasado por varias crisis creativas, pero al ver el material de Pedro lo único que se me ocurre pensar es si en algún momento tendré la capacidad para crear algo tan bueno", admite sobre unos poemas que no fueron concebidos con el fin que se le va a dar el viernes en La Laguna. "Los he memorizado, los he hecho míos y le hemos puesto una base musical", cuenta de un proceso que le ha dejado una sensación de riqueza interior que intentará transmitir de la mejor manera posible en el teatro Leal.

Si Andrés Molina aporta la inteligencia musical al formato de "Los hombres que bebieron con Dylan Thomas", a Pedro Flores hay que atribuirle el talento poético. "Los sonetos fueron creados para que formaran parte de un libro. Lo de emplearlos con otra finalidad lo descubrimos más tarde", admite un poeta que se convirtió en testigo principal de una metamorfosis sonora.

"Tengo la sensación de que esos poemas se han convertido en un producto distinto; que han cobrado una dimensión más sensorial a través de la música para poder llegar a una mayor audiencia", dice justo antes de abrir una curiosa comparación. "Casi todos conocen la canción ''Guantanamera'', pero no todo el mundo sabe que eso es fruto de una composición poética de José Martí", precisa.

Flores sabe que los sonetos que se escucharán en el Leal van a tener un recorrido "mayor" que el que suele tener la poesía en un libro y, a su vez, se muestra contento por el hecho de que compartir esta experiencia con los dos músicos. "Andrés tiene una gran sensibilidad y me alegra que mis sonetos sean dignos para su voz", agradece el escritor.