"¿Quién es capaz de hacer solo el bien cuando se tienen tantos superpoderes?", se pregunta el ganador de un Óscar por "Gladiador" (2000) Russell Crowe, tras comentar que "le encanta" cómo el director de "El hombre de acero", Zack Snyder, le lanza esa pregunta al público.

De visita en Madrid con parte del equipo de "El hombre de acero", estrenada esta semana en España, asegura que "la parte más original y mejor de esta película es cómo Snyder nos permite asistir a un viaje con un individuo que es un alien con poderes".

"Y, en vez de darnos esto como un hecho ya aceptado, nos muestra cómo esta persona crece y se cuestiona a sí mismo y qué hace aquí, cuál es su propósito", reflexiona el australiano.

Eso, afirma, "todavía no se había enfocado así en las diversas versiones de Superman. Creo que esto es lo que hace que esta película sea la más profunda y emocional de toda ellas".

Pausado, con una profunda voz rota de antiguo fumador y unas enormes manos que certifican su afición por el boxeo, el Javert de "Los miserables" opina que ese cambio introducido en el guión por Christopher Nolan -también productor de la cinta- y David Goyer, crece en manos de Snyder.

"Creo que ese cambio que nos permite conectar emocionalmente con este individuo es lo más importante; antes aceptábamos que (Superman) era un extraterrestre con poderes que adquiría cuando se cambiaba de ropa en una cabina de teléfonos y ahora estamos pendientes de su desarrollo personal hasta que le vemos suficientemente mayor y fuerte como persona para poder ser él mismo", resume.

Esa, dice, "es una de las lecciones de vida que hay en esta película y que el director ha metido con mucho cuidado: la esperanza de la que habla esta película es la esperanza para todos".

El neozelandés, aunque criado en Australia, asume el papel que Marlon Brando interpretase en la primera "Superman", pero con más protagonismo ya que aparece en escena no solo al comienzo de la historia sino también después de muerto para hablar con su hijo gracias a las tecnologías kriptonianas.

"Nunca vi la interpretación de Brando", asegura el protagonista de películas como "L.A.Confidential" (1997), "Cinderella Man" (2005) o "American Gangster" (2007).

"Sería como si para hacer de Hamlet tuviera que preocuparme de ver a las tres mil personas que lo han hecho antes. Pero me alegro de que mi traje sea bastante mejor y más bonito que el de Marlon Brando", dice entre sonrisas y guiñando un ojo.

Un traje mucho más moderno y evolucionado para un papel en el que el actor sigue demostrando su buena forma física a sus 49 años y en el que saca su lado más luchador y, al mismo tiempo, más justo, al estilo de algunos de sus filmes más conocidos, como "Master and commander" (2003) o "Robin Hood" (2010).

Crowe se detiene en el plano en el que el nuevo Supermán, el británico Henry Cavill, ya sabiendo quién es gracias a una jugosa conversación con su padre extraterreste, se lanza sobre el espacio, los brazos abiertos en cruz, con destino a la Tierra: "Sálvalos", dice Crowe convertido en Jor-El.

"Hace 75 años que Superman tiene implicaciones religiosas", dice el protagonista de "Una mente maravillosa" (2001) que le valió su tercera nominación al Óscar -la segunda fue por "El dilema" (1999)- y el BAFTA de ese año.

El cómic, creado en 1938 por Jerry Siegel y Joe Shuster, que hizo los dibujos para DC Comics, ya contenía esas referencias religiosas, que en opinión del actor "ni son una cosa negativa ni deberían preocupar a nadie".

"Uno se hace grandes preguntas y este es un ejemplo de quién deberíamos ser nosotros siendo lo mejor posible. Me encanta esa pregunta que se le hace al público: si tú tuvieras poderes, ¿los usarías solo para el bien?". Una buena pregunta.