Muy pocas veces la crisis da motivos para la risa. Sin embargo, el espectáculo “Yes, we Spain is different”, de Carlos Latre, es una de esas excepciones que se cuentan con los dedos de la mano. Tras recorrer una veintena de ciudades de toda España, el imitador más popular de los últimos años se subirá el próximo domingo, 3 de marzo, al escenario del teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife, donde, según avanza, regalará al público un hilarante show en el que promete incluir unos cuan- tos guiños que le resultarán muy familiares. “¡Estoy encantado de poder llegar a Canarias, por fin!”, asevera. Por aquí, también se están contando los días.

¿Qué es lo que va a encontrar sobre el escenario el público que acuda al Guimerá?

Pues una hora y media de diversión y locura. Hemos trasladado el actual panorama español, político y social, a una obra que difiere totalmente de las que he hecho hasta la fecha. Propongo que la gente venga con ganas de olvidarse de sus problemas diarios y de reírse, sanamente, de muchísimas de las cosas surrealistas que están ocurriendo en este país.

Precisamente, este espectáculo se inició en 2011, con la cri- sis como telón de fondo. Dos años después la situación no ha cambiado, pero sí que lo ha hecho el Gobierno. Por ello, el show tiene ahora por protagonista a Rajoy en lugar de Zapatero. ¿Quién aporta mayor juego al montaje?

Los dos tienen su protago- nismo. Cuando todo esto arrancó, Zapatero lideraba un gobierno que se precipitaba al vacío y ello nos ofreció un marco estupendo para desarrollar una historia cargada

de crítica y surrealismo. Ahora, lo de Rajoy ya no tiene ni parodia. Realmente, estamos en un momento en el que la realidad supera, y de largo, a la ficción.

También ha incorporado una treintena de personajes a medida en que han ido apareciendo en la vida pública española. ¿Cuál es el que más aporta al espectáculo? ¿y el más difícil de conseguir? ¿Hay alguno que haya intentado imitar y se le ha resistido?

Con el paso de los meses, los personajes se han ido subiendo y bajando del carro de la actualidad. Así, si bien antes tenían más protagonismo en la función Rubalcaba, Carme Chacón o Montoro, ahora toman su papel en la obra personajes como Urdangarín, Ana Mato, Arenas o Soraya Sáenz de Santamaría. Pero también han adquirido relevancia representantes de otros ámbitos ajenos a la político como Jorge Javier Vázquez o Belén Esteban. En cuanto a la principal dificultad que tengo es la de buscar nuevas voces o imitaciones. Hay algunas que se me resisten más. Por ejemplo, estuve meses trabajando a Mario Vaquerizo... y ¡lo logré!

¿Ha “descatalogado” a alguno de los personajes de su repertorio?

Es irremediable. Lo que pasa día a día marca el ritmo del humor que gusta y que llega de verdad. La gente se ríe con lo que siente más pró- ximo. Por eso personalizo la función según la ciudad en la que estemos. Así, en Tenerife, incluiré muchos motivos que son muy cercanos al público que nos esté viendo.

¿A cuál le tiene más cariño?

Todos tienen su parcela de cariño para mí. Curiosamente, los que más me cuestan se convierten después en los más agradecidos. Hay personajes que han marcado mi vida. En mi época de “Crónicas Marcianas” tomé mucho cariño a algunos como la pitonisa Lola, la becaria Bea o papuchi que, de hecho, son los que me dieron la fama en el programa.

Cuando se imita a alguien es muy fácil caer en la burla. Sin embargo su humor nunca trasvasa esa línea. ¿Cuáles son las claves para hacer reír sin faltar al respeto?

Esa es una de las máximas que sigo en todo lo que hago. Yo mismo, como espectador, me violento si veo alguna imitación o parodia que roza los límites del respeto o el buen gusto.

Aun así, ¿ha tenido algún problema con alguno de los personajes que ha imitado?

Nunca. Por suerte siempre he recibido buenas palabras hacia mi trabajo y eso me enorgullece más aún.

¿Se autoimpone algún límite a la hora de imitar? ¿Hay algún personaje, colectivo o algún tema que evite?

En principio no nos ponemos límites en los temas, pero sí en el tratamiento que hacemos de ellos. Me preguntan mucho cómo se puede hacer humor hoy en día con la que está cayendo. Evidentemente, es inevitable hacer parodia de lo que está pasando con la corrupción en este país o con la clase política. Sin embargo, jamás haría humor de temas sociales problemáticos. Al contrario, mucha gente se toma como una “terapia” la función, y a la salida me agradecen la hora y media que han pasado porque les ha ayudado a dejar de pensar, unos minutos, en los problemas que tienen.

¿Cómo se considera usted? ¿Un imitador, un humorista, un actor...?

Me gusta la palabra actor. Creo que engloba todo lo que hago. Aparte de imitar y hacer humor trabajo en otros ámbitos como la radio, el doblaje de películas de animación, he hecho mis pinitos en cine....

¿Cuál fue su primera imitación? ¿De pequeño era el típico graciosillo de la clase?

Si, sí... ¡De libro! Imitaba a mis compañeros, a mis profesores, era el que más castigaban por hacer bromas en el colegio todo el día. Lo llevaba en la sangre.

¿Cómo es Carlos Latre cuando se apagan las cámaras o cuando está con la familia o los amigos?

Soy una persona de 34 años que disfruta haciendo cosas normales: ver cine, salir con mis amigos, disfrutar de mi hija, viajar....

Volvamos a “Yes, we Spain is different”... En este montaje, además de imitar, canta y baila, ¿qué le ha costado más?

Fue una preparación muy dura. Más de medio año poniéndome en forma a todo nivel: físico y mental. Estoy 90 minutos solo en el escenario, transformándome sin parar y dando la cara en todo momento. Necesité mucha preparación para que mi cuerpo y mi garganta llegaran a aguantar seis funciones semanales.

¿Y cómo consigue permanecer tanto tiempo sobre el escenario dando vida a más de cien personajes sin necesidad de tener que pasar luego por el psicoanalista?

Es mi trabajo. Llevo muchos años conviviendo con ellos. Creo que ya forman parte de mí.