El Banco de España mantiene sus previsiones de crecimiento económico, pero alertó de que las familias "llevan demasiado hundido el pie en el acelerador" y de que cuando lo levanten podría precipitarse la desaceleración de la economía iniciada ya hace tres años.

Así lo resumió ayer el director general de Economía y Estadística del Banco de España, Óscar Arce, al presentar la actualización de sus previsiones de crecimiento del PIB para este y los próximos dos años, que mantiene en el 2,2%, el 1,9% y el 1,7%, respectivamente.

Pese a que estas previsiones son iguales a las publicadas en diciembre, Arce advirtió de que están aumentando los riesgos de que finalmente las tasas de crecimiento sean inferiores.

El principal riesgo interno es que el consumo de los hogares -que es y "va a seguir siendo el principal motor de crecimiento" de la economía española- se enfríe y se transforme en parte en ahorro, cuya tasa actual es incluso inferior a la registrada antes de la crisis.

Arce reconoció que el Banco de España está "trabajando muy activamente" para tratar de conocer bien cuáles son los elementos que están manteniendo tan vigoroso el consumo privado.

En ese sentido, citó factores como el mantenimiento de los bajos tipos de interés, un gasto público superior al previsto, un mayor dinamismo de los sectores más ligados a las administraciones públicas, la bajada del precio del petróleo y el impulso fiscal ligado a los Presupuestos de 2018, que ayuda a elevar la renta disponible.

"Además, los hogares están recurriendo mucho al crédito al consumo, apoyado en el bueno comportamiento del empleo", advirtió Arce, que también alertó de la incertidumbre sobre la futura orientación de las políticas económicas y, en particular, de la reanudación de la consolidación fiscal, necesaria para reducir la vulnerabilidad de la economía.

En ese sentido, criticó que la reducción del déficit vaya a pasar "otro año más en barbecho", con un recorte de tan sólo dos décimas, que lo situará este año en el 2,5%.

También pidió "cautela" a los agentes económicos, que están subiendo por convenio los salarios sin tener muy en cuentas las circunstancias de cada empresa o sector, lo que puede erosionar las mejoras competitivas que han estado en el origen de la recuperación.

"No estamos en contra de esas subidas", pero sí "las vemos con cierta inquietud", dijo Arce, que cree que es "muy temprano para hacer un análisis mínimamente riguroso" sobre el efecto del salario mínimo, aunque es una cuestión que sigue "muy de cerca".

De momento, el Banco de España ratifica su previsión de que podría suponer la pérdida de 125.000 empleos este año, aunque añade que también conllevará un "cierto repunte" de la productividad aparente en 2019, ya que el empleo destruido será entre quienes tienen una productividad más baja.

En cualquier caso, cree que el empleo crecerá este año y los dos siguientes al 1,6% interanual, frente al 2,5% de 2018, para dejar la tasa de paro al final del año 2021 en el 12,1%.