Los conductores de Cabify han regresado este jueves a las calles de Barcelona eludiendo los límites de precontratación impuestos por la Generalitat, con recelo no solo por la actuación de la Guardia Urbana, sino también de los taxis, que les acusan de retorcer la ley.

"Puede ser que la Guardia Urbana nos pare, pero si nos sanciona, la empresa presentará los recursos que toque", ha señalado a Efe Aldo de Trevisán, chófer de Auro New Transport, una de las compañías de vehículo de alquiler con conductor (VTC) que gestiona las licencias de Cabify. "Ahora nos toca volver a trabajar", señala.

La plataforma dejó de prestar servicio en Barcelona hace poco más de un mes en protesta por la entrada en vigor del decreto de la Generalitat que limita la actividad del sector VTC y que obliga a precontratar estos vehículos con una antelación mínima de quince minutos.

Cabify planea poner en circulación unos 300 coches en esta nueva etapa en Barcelona, aunque hoy de momento han comenzado a operar una treintena.

De Trevisán es uno de los treinta conductores que circula de nuevo por la capital catalana y, desde el polígono de Mas Blau de El Prat de Llobregat, donde Auro New Transport tiene su base, asegura que los temores por el conflicto con el gremio de taxistas se quedaron "en la Avenida Diagonal".

Esa es la vía de acceso a Barcelona que los VTC cortaron parcialmente en enero durante diez días como rechazo a la normativa promovida por el Govern ante las protestas del sector del taxi.

Pero como dice el refrán, "hecha la ley, hecha la trampa". Cabify ha conseguido esquivar esta exigencia solicitando a los usuarios que acepten un contrato gratuito de un año prorrogable con el que garantizan que, a partir de la segunda reserva, no sea necesario un tiempo de margen para contratar sus servicios.

"Entonces no sabíamos qué iba a pasar", pero ahora "tenemos más clientes", afirma De Trevisán, que agrega: "Cada vez que hay una manifestación de taxistas ganamos nuevos usuarios, porque (con la protesta) en lugar de generar adeptos, generan enemigos".

El chófer, que trabaja en el sector desde hace ocho meses, reconoce que los conductores de VTC operan "con recelo" por la posibilidad de que su regreso genere nuevos conflictos con los taxistas, algo que dan por sentado, pese a que esperan "que sean los menos posibles".

Los treinta coches que operan desde hoy con licencia de Cabify en la capital catalana lo han hecho pese al "riesgo" de ser sancionados por la policía, una posibilidad de la que el responsable de la flota de Auro, Toni Aguilar, dice ser "consciente".

Esa es precisamente la clave de la cuestión para el sindicato Élite Taxi. Al otro lado de la polémica, su representante Tito Álvarez subraya que el mecanismo empleado por Cabify para eludir la precontratación es una "provocación", un "fraude de ley" y "no hay por dónde cogerlo".

En su opinión, la compañía sabe que está "retorciendo la ley" y lo hace "a propósito", para conseguir revertir el decreto de la Generalitat.

"La única forma que tienen de llegar al Tribunal Constitucional e impugnar la normativa es sacando sus coches a la calle para que los sancionen y usarlo de base hasta agotar la vía administrativa", apunta Álvarez.

Entretanto, la plataforma Uber, que como Cabify intermedia entre usuarios y VTC, mantiene su decisión de no operar en Barcelona, de donde se marchó también el pasado 1 de febrero tras el decreto de la Generalitat.

Fuentes de Uber han señalado que la compañía no se ha planteado por ahora recuperar la actividad de su servicio UberX, aunque tampoco ha precisado si su decisión es permanente.

En este sentido, la patronal de los VTC, Unauto, ha asegurado que la vuelta de Cabify a Barcelona responde a "una decisión individual" de esta compañía y que está estudiando la modalidad de negocio que ha elegido Cabify para retomar su actividad.

El Govern no se ha pronunciado aún sobre la vuelta de Cabify a Barcelona, mientras el sindicato Élite Taxi se muestra cauto ante el actual escenario: "Ahora toca esperar", vaticina el portavoz Tito Álvarez.