El agujero financiero que un año tras otro provoca el programa del A400M en las cuentas de Airbus, y que en el mejor de los casos no se atajará hasta 2020, no impidió al grupo europeo obtener 2.873 millones de euros de beneficio en 2017, un 189 % más que en 2016.

El consejero delegado, Tom Enders, subrayó que "2017 fue un año muy exitoso para Airbus" y "muy alentador", al presentar a la prensa unos resultados anuales en los que una vez más la división de aviones comerciales se llevó la palma, gracias a un nuevo récord de 718 unidades entregadas (688 el ejercicio precedente).

El resultado neto operativo (Ebit) en términos ajustados -descontando el impacto de elementos no recurrentes- creció un 8 % hasta 4.253 millones de euros, de los cuales 3.555 millones correspondieron a esa división, que tuvo una progresión del 26 %, frente a las caídas del 4 % en helicópteros (350 millones) y del 13 % en defensa y espacio (872 millones).

A esta última pertenece el avión de transporte militar A400M que se ensambla en Sevilla y que, por sus dificultades persistentes desde el lanzamiento del programa en 2003, le obligó a establecer una nueva provisión, en este caso de 1.299 millones de euros a cuenta del ejercicio 2017.

Eso significa que las provisiones acumuladas ya representan 8.300 millones de euros. La empresa reconoció implícitamente que no serán las últimas, pese al acuerdo de principio suscrito el pasado 5 de febrero con los siete países del programa, que se va a negociar en los próximos meses para reconfigurar los contratos con cada uno.

Se trata de establecer un nuevo calendario de entregas con plazos más largos que los contemplados hasta ahora y sin penalizaciones, a cambio de lo cual Airbus se compromete a dotar a los aviones de las prestaciones particulares requeridas, con garantías de servicio.

La primera consecuencia es una reducción de las cadencias de producción en Sevilla, donde se pasará de los 19 A400M ensamblados en 2017 (habían sido 17 en 2016) a 15 en 2018, 11 en 2019 y, si no hay nuevos contratos, 8 a partir de entonces.

Eso reducirá la actividad en esa planta, pero la empresa no disminuirá la plantilla, sino que recolocará a los trabajadores en otros programas allí mismo o en otras instalaciones suyas, como las de Cádiz.

En términos financieros, el A400M seguirá consumiendo unos 1.000 millones de euros de flujo de caja este año, un nivel similar al de 2017. La situación continuará en 2019, aunque con un volumen netamente inferior, antes de pasar a territorio positivo a partir de 2020.

Las expectativas de Airbus son mucho más halagüeñas para la aviación comercial, con la previsión de un nuevo máximo histórico de entregas este año -800 aparatos- pero condicionado a que Pratt & Whitney resuelva en las próximas semanas los problemas con los nuevos motores para los aparatos de la familia A320neo, los de pasillo único.

Enders señaló que el objetivo, a expensas de que Pratt & Whintey consiga rectificar adecuadamente esos reactores y fabricarlos a un ritmo suficiente, es poner en manos de los clientes 600 aviones A320, de los cuales dos tercios de la versión modernizada, "neo".

El pasado año, las incidencias con ese proveedor ya limitaron a 181 las entregas de los A320neo, que se quedaron así por debajo de la meta de 200 que se había establecido.

En los aviones de mayor capacidad, en verano está previsto que se produzca la primera entrega del A330neo, la versión modernizada de este aparato de doble pasillo, y que la tasa de producción del A350 pueda subir hasta una decena al mes para finales de 2018.

Las tres divisiones de Airbus firmaron contratos el pasado año por valor de 157.690 millones de euros, un incremento del 17 % con respecto a 2016 y, sobre todo, una cifra que supone 2,4 veces la facturación, de 66.767 millones.