Los ministros de Finanzas de Portugal, Eslovaquia y Luxemburgo y la ministra de Finanzas de Letonia intentarán conseguir este lunes el respaldo suficiente de la mayoría del resto de sus colegas para convertirse en el nuevo presidente del Eurogrupo durante los próximos dos años y medio, un periodo en el que tendrá que liderar los debates sobre el futuro de la arquitectura de la moneda única.

La persona que sea finalmente elegida ocupará la tercera presidencia del Eurogrupo desde su puesta en marcha en 1998 y su mandato coincidirá, tras los años de crisis, con la construcción de nuevos pilares de la Unión Económica y Monetaria (UEM), que la Comisión Europea quiere impulsar precisamente dos días después, cuando presentará un paquete de reformas para con la intención de fortalecer la eurozona.

El futuro presidente o presidenta del Eurogrupo tendrá que recibir el respaldo de al menos diez de sus homólogos. Si no hay un vencedor en la primera votación, se informará a los candidatos de forma individual del número de votos que han recibido y podrán elegir si retiran su candidatura o siguen optando al puesto de cara a nuevas votaciones.

El portugués Mário Centeno parte como favorito en los círculos de Bruselas, avalado por los resultados económicos de Portugal desde que asumiese la cartera en noviembre de 2015 dentro del Gobierno liderado por el socialista Antonio Costa, que está apoyado por los comunistas y el Bloque de Izquierdas.

A su favor juega el hecho de que los socialistas europeos no ostenten ninguna presidencia de las instituciones de la Unión Europea, todas ellas en manos del Partido Popular Europeo (PPE) y la buena marcha de la economía portuguesa, gracias a la que Centeno fue bautizado por el alemán Wolfgang Schäuble como el "Ronaldo" del Ecofin (la reunión de ministros de la UE). Por contra, su escasa visibilidad en los medios puede ser el factor que le perjudique.

Si el tradicional equilibrio entre familias políticas favorece a la candidatura portuguesa, el eslovaco Peter Kazimír se aferra al equilibrio territorial. De hecho, ha reivindicado desde el primer momento su candidatura como representante de Europa del este. "Veo a la eurozona como un motor para la integración europea. La diversidad de Europa es nuestra fortaleza", escribió en Twitter cuando confirmó que optaba al cargo.

El eslovaco forma parte del partido Dirección-Socialdemócrata (SMER), del primer ministro Robert Fico, que ha sido criticado por su propia familia política europea por su oposición a acoger refugiados. Kazimír obtuvo cierta atención mediática durante la crisis griega por sus críticas a la actuación del Gobierno de Alexis Tsipras.

La letona Dana Reizniece-Ozola se convertiría en la primera mujer que preside el Eurogrupo, una formación que está compuesta por 17 hombres y sólo dos mujeres: ella y la ministra de Eslovenia, Mateja Vranicar. Es la más joven de los cuatro candidatos, con 36 años, y forma parte del partido Unión de Verdes y Campesinos, que no está adscrito a ninguna familia europea, aunque su única eurodiputada en el Parlamento Europeo es parte del grupo liberal.

Reizniece-Ozola tiene una gran habilidad para el ajedrez y posee el título de Gran Maestra en esta disciplina. En 2016 llegó a ganar una partida a la campeona del mundo, la china Hou Yifan, durante la Olimpiada de ajedrez de Bakú (Azerbaiyán).

Por último, el luxemburgués Pierre Gramegna es, a sus 59 años, el mayor de los candidatos a la presidencia del Eurogrupo. Al no haber un candidato por parte del PPE, este liberal puede cosechar votos de la familia conservadora, pero cuenta con la desventaja de que Luxemburgo ya ocupa la presidencia de la Comisión Europea a través de Jean-Claude Juncker, que fue precisamente el primer presidente de la historia del Eurogrupo.

El ministro elegido por el resto del Eurogrupo sucederá al holandés Jeroen Dijsselbloem, que asumió el cargo en enero de 2013 y fue renovado en junio de 2015, cuando se impuso al ministro español de Economía, Luis de Guindos. La etapa de Dijsselbloem al frente del Eurogrupo será recordada por los rescates de Grecia y de Chipre, así como por frases desafortunadas como la metáfora sobre los países del sur de Europa, a quienes acusó de gastarse el dinero en "alcohol y mujeres" y después "pedir ayuda".