Portugal colocó hoy el máximo de su emisión, 1.250 millones de euros en letras a tres y doce meses, a cambio de unas tasas de interés entre un 40 y un 55 % inferiores a las de la última subasta equivalente, en noviembre.

Esta brusca caída de la rentabilidad exigida por los inversores para comprar títulos lusos refleja el descenso de la presión registrado en los mercados desde que comenzó 2014, lo que ahuyenta la hipótesis de que el país necesite de un segundo rescate cuando deje de recibir fondos del primero, el próximo junio.

El Tesoro luso colocó 1.010 millones de euros en letras a doce meses a una tasa del 0,87 %, el interés más bajo en una subasta de este tipo desde 2009 y lejos del 1,49 % que pagó en noviembre.

También vendió otros 240 millones de euros en deuda a tres meses a un interés del 0,49 %, menos de la mitad que en el último precedente, cuando se situó en el 1,07 %.

El descenso es todavía más notable si se compara con anteriores ejercicios, ya que en su primera emisión de 2013, Portugal adjudicaba su deuda a tres meses al 0,66 % de interés y a doce meses al 1,61 %.

En 2012, en el momento de mayor presión de los mercados vivido por el país durante su período de asistencia financiera, en la subasta de enero colocó sus letras a tres y doce meses a cambio de una tasa del 4,35 y del 4,98 %, respectivamente, hasta ocho veces más que hoy.

El Tesoro luso ya aprovechó este mayor apetito de los inversores por sus títulos la semana pasada, cuando lanzó una emisión de obligaciones a largo plazo, es decir, con vencimiento superior a los dos años.

Concretamente adjudicó 3.250 millones de euros con un plazo a cinco años a cambio de un 4,65 % de interés, casi dos puntos menos que en la última subasta de similares características realizada antes del rescate, en febrero de 2011.

Portugal dejó de emitir con asiduidad deuda a largo plazo desde que solicitó la ayuda financiera de la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI), en abril de 2011, para evitar pagar los elevados intereses que le exigían los inversores para financiarse, precisamente el motivo que colocó al país en riesgo de bancarrota.

Ahora, cuando está a punto de expirar su programa de asistencia financiera, el país afronta el reto de volver a recuperar su calendario de subastas de obligaciones y vender estos títulos a cambio de tasas de interés sostenibles para no necesitar de un segundo rescate.