El éxito de los vuelos "low cost" o de bajo coste ha revolucionado en apenas diez años el mercado aéreo y ha forzado a las aerolíneas tradicionales a entrar en un modelo de negocio que se está imponiendo en las distancias cortas y medias.

El último ejemplo ha sido Iberia al anunciar la puesta en marcha de una filial de bajo coste en verano de 2012 para el corto y medio radio, pero todas las grandes empresas del sector están creando fórmulas para dar entrada al bajo coste, ya sea mediante acuerdos bilaterales, dando entrada a aerolíneas de bajo coste en las grandes alianzas o con sociedades filiales.

Según los datos del primer informe del Instituto de Estudios Turísticos, correspondiente al año 2003, en aquel ejercicio el 23,5 % de los pasajeros que llegaron a España por vía aérea utilizó una compañía de bajo coste.

Al cierre de 2010, siete años después de aquel primer informe, el porcentaje de usuarios de aerolíneas de bajo coste se ha elevado al 55,7 por ciento del total y el pasado mes de agosto el 58,8 % de quienes nos visitaron optaron por el bajo coste.

Las causas que subyacen a este éxito son diversas, aunque la principal es la competitividad en precio, que es su gran baza: elevado uso y rendimiento de sus aviones, plantillas muy ajustadas y supresión de los servicios gratuitos en vuelo para el cliente definen a las "low cost".

No obstante, hay otros factores que han influido en el auge del "low cost", como la generalización de Internet, el incremento del turista que le gusta viajar a su aire y los vuelos directos entre destinos pequeños e inusuales que no ofrecen las tradicionales.

El 75,9 de los turistas que nos visitaron el año pasado utilizaron compañías de bajo coste, frente al 57,2 % de los que llegaron en tradicional, y, entre quienes eligieron "low cost", sólo un 26 % contrató un paquete turístico, frente a un 43 % de los que optaron por una aerolínea tradicional.

El hecho de volar a aeropuertos pequeños contribuye a reducir los costes y permite ofrecer tarifas competitivas, aspecto al que se suma las ayudas que reciben de las autoridades locales interesadas en el crecimiento de su sector turístico, un modelo que ahora en tiempos de crisis se cuestiona, pero que ha sido la norma durante años.

Precisamente la Comisión Nacional de Competencia (CNC) ha mostrado sus dudas sobre la eficacia de estas ayudas en su último informe, difundido hoy mismo, en el que llama la atención sobre las ayudas de 250 millones concedidas por las CCAA entre 2007 y 2011 a rutas que nunca han sido rentables.